jueves. 18.04.2024

Covid-19: cuando todo acabe nada será igual

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Cuando a principios del 2020 el coronavirus empezaba a surgir en un mercado de China, las primeras informaciones que llegaron a Europa no daban cuenta de lo que realmente estaba a punto de suceder. La sociedad española se dividía entre los que sostenían que el virus iba a ser algo grave y los que pensaban que no se iba a tratar más que de una leve gripe. 

Con el tiempo, el Covid-19 se fue acercando más y más a las fronteras españolas. Detectados los primeros positivos en Italia, parecía que era cuestión de tiempo que el coronavirus entrase en nuestras vidas. Y vaya si lo hizo; ha pasado más de un año desde el primer caso detectado en España y la sociedad española aún no ha vuelto a la normalidad. 

Todo ha cambiado, y es normal. A pesar de su nombre, la normalidad se caracteriza por ser cambiante, dinámica e impredecible, se podría hasta decir que la normalidad nunca es normal del todo. El impacto de la pandemia únicamente ha acelerado este proceso a velocidades que antiguamente eran inimaginables. El primer ejemplo de esto son las vacunas: nunca en la historia de la humanidad se había desarrollado una vacuna fiable en tan poco tiempo. El mundo debe agradecer a los avances en medicina y tecnología la incipiente vuelta a la vida antes del Covid-19, esa vida en la que, por lo menos en España, aquel que llevaba puesta una mascarilla era considerado una excepción. 

Y hay que agradecérselo a la tecnología fundamentalmente porque gracias su auxilio podremos tener esperanza en que las cosas van a mejorar, ya que ha quedado más que demostrado que el esfuerzo de las personas en su día a día ha sido claramente insuficiente. Lejos de hacer gala de una mayor solidaridad, comprensión y unión, la pandemia ha descubierto los puntos más débiles de la raza humana: la envidia, la confrontación, el egoísmo y la ambición desmedida. 

Las personas que, aprovechando su posición influyente en las comunidades, han decidido unilateralmente adelantar su turno en el plan de vacunación no son sabedores de las consecuencias fatales que pueden tener en una ciudadanía que observan atónitos como esta gente, en su mayoría políticos y personas de gran calado en las estructuras sociales, obvian que son el reflejo de una sociedad cada vez más contaminada a causa de estos ejercicios de inmoralidad. La otra cara de la moneda la representan las cartas amenazantes que están recibiendo algunos políticos, fundamentando el mismo clima de confrontación, pero a la inversa. 

Cuando la OMS de por finalizado el último brote de coronavirus todos podremos decir que hemos atravesado una de las etapas más arduas de nuestra vida. Pero solo algunos podrán decir que su vida ha cambiado para mejor, que salimos más fuertes o que entramos en una nueva etapa más unidos. Los demás, deberán hacer un ejercicio de conciencia en el que se cuestionen si han hecho todo lo posible para reforzar su espíritu. Lo que nadie duda, es que después del virus nada será igual.   

Covid-19: cuando todo acabe nada será igual