miércoles. 17.04.2024

El Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social inició los trámites para financiar a partir del 1 de enero de 2020 la vareniclina, un fármaco para dejar de fumar, que se comercializa en forma de comprimidos. 

Muchos ex-fumadores que han provocado este fármaco aseguran que es totalmente efectivo y nada tiene que ver con los parches o chicles de nicotina. 

Los expertos aseguran que "el tabaquismo no es un vicio ni es un hábito, es una enfermedad adictiva y de carácter crónico”, defiende Miguel Barrueco, jefe del servicio de Neumología del Complejo Asistencial de Salamanca y responsable de su Unidad de Tabaquismo. Por eso, los especialistas han "reivindicado siempre los tratamientos para ayudar a los pacientes a dejar de fumar, tenemos claro que son buenos y deben estar incluidos en el Sistema Nacional de Salud”.

La decisión de financiar unos u otros es política, pero posiblemente han seleccionado la vareniclina porque tiene un margen de eficacia mayor y una mejor relación entre costes y beneficios”, comenta.

El fármaco elegido por Sanidad funciona porque actúa sobre el cerebro, como lo hace la nicotina. Técnicamente, se considera un agonista parcial de los receptores nicotínicos, es decir, el cerebro tiene unos receptores que, en el caso de los fumadores, se especializan para que actúe sobre ellos la nicotina. Es decir, cuando consumen un cigarrillo, la nicotina se une a estos receptores y provoca la relajación típica del acto de fuma.

Si una persona deja el tabaco sin tratamiento, se desencadena el mono, que se caracteriza por la aparición de angustia, ansiedad, palpitaciones, cefaleas, insomnio, aumento exagerado del apetito y, por supuesto, ganas intensas de fumar un cigarrillo. A nivel bioquímico esto implica una disminución de la dopamina, el transmisor nervioso del bienestar. Sin embargo, “el fármaco se fija sobre esos mismos receptores nicotínicos y provoca una liberación de la dopamina, que hasta ese momento el fumador sólo obtenía gracias a la nicotina. De esta manera simula los efectos de la nicotina a nivel cerebral y, por lo tanto, evita el mono”, subraya el especialista. Por otra parte, “si un fumador que está en tratamiento y lleva tiempo sin fumar enciende un cigarrillo un día, ya no obtiene la recompensa habitual, porque el fármaco tiene ocupados los receptores para la nicotina”.

No obstante, también hay que tener en cuenta que “todos los fumadores tienen una dependencia psicológica, porque asocian el tabaco a actos de la vida cotidiana, como levantarse por la mañana o esperar al autobús, así que utilizan el cigarrillo como herramienta. Por lo tanto, a todos debemos apoyarles con un tratamiento psicológico”. La clave está en que “hay un porcentaje importante de fumadores que, además de la dependencia psicológica, tienen una dependencia física moderada o alta y esos son los que van a necesitar el medicamento”, señala Barrueco. En cualquier caso, “el tratamiento farmacológico no sustituye al psicológico, es necesario que vayan acompañados”, apunta.

De entre los fumadores que intentan dejarlo por sí mismos, solo un 2% se mantiene sin fumar pasado un año. Los pacientes que son ayudados por el médico de familia con un tratamiento psicológico y farmacológico lo consiguen en un 20%. Y cuando esto mismo sucede en las unidades de tabaquismo, la cifra se eleva hasta el 40 o 50%, según los datos de Barrueco. “La diferencia está en la intensidad de la intervención psicológica y la frecuencia de los controles.

La vareniclina, el tratamiento más eficaz para dejar de fumar según los expertos