viernes. 29.03.2024

“Yo esto no lo había visto en mi vida”, sentencia Manuela. Cuando Manuela Amigó dice esto se refiere a la plaza Reial de Barcelona, prácticamente desierta en pleno mes de julio, que se extiende frente a las puertas de su restaurante. Hace más de 50 años que su familia regenta el restaurante Tobogán, uno de los 18 locales de restauración de este emblemático espacio de Barcelona y no recuerda ningún verano igual. No todos los bares que había antes de la llegada del virus han conseguido resistir a la pandemia: al menos cinco locales todavía no han reabierto sus puertas y los que lo han hecho mantienen parte de su plantilla en ERTE y han bajado un 20% los precios.

A más de 600 kilómetros de distancia, en la plaza Mayor de Madrid, el escenario es idéntico: sillas vacías esperando a clientes que no llegan y un pavimento despejado de viandantes. Alicia Grande, del restaurante Los Galayos, da fe de la situación: “Llevamos más de 120 años afincados en Madrid y mira que hemos vivido crisis, pero como esta ninguna: el centro de las grandes ciudades estamos siendo los más perjudicados porque la gente no viene”.

Ante esta tesitura, los restauradores apuestan por rebajar precios y aprovechar la oportunidad para fidelizar el público local. El importe de las bebidas y las tapas ha descendido en estas plazas cerca de un 20%, de media según los datos recabados por La Vanguardia . Antes de la pandemia una copa de cerveza en la plaza Reial o en la plaza Mayor costaba aproximadamente 4,50 euros, evidentemente, con variaciones según la marca y el lugar elegido. Ahora, después del primer brote de la Covid-19 cuesta, de media, alrededor de 3,60 euros. Lo mismo ocurre con las tapas: si antes podías pedir una de bravas por alrededor de 4,50 euros, ahora puedes hacerlo por un euro menos.

Las fórmulas son distintas según el tipo de establecimiento. Mientras que algunos bares y restaurantes ofrecen descuentos de más del 30% en productos seleccionados, el Museo de Jamón de Madrid, y el restaurante Tobogán de Barcelona han optado por bajar los precios de toda la carta alrededor de un 20% para tener oferta más atractiva para los vecinos de la ciudad. Otros establecimientos que ya tenían una clientela más local por el tipo de cocina que presentaban, como el Galeano en la capital madrileña o el Rossini en Barcelona, se han inclinado por hacer ajustes en el menú para tener productos más asequibles.

Movilidad reducida

 

El descenso de afluencia a estos barrios repercute en la bajada de ingresos

Pero ni siquiera así se llenan las terrazas del centro histórico de las dos ciudades como antes. Más allá del turismo, los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) también registran un descenso de la movilidad en estas áreas. Durante el mes de noviembre del 2019 –por poner de referencia un día ordinario de un mes ordinario antes de la pandemia– acudieron cada día al barrio de Sol, donde se encuentra la plaza Mayo de Madrid, un total de 14.786 personas procedentes de otros barrios y de ciudades colindantes como Getafe o Alcorcón. En otras palabras: las personas que transcurrían por esta zona duplicaban la población residente. Después de la pandemia, el día 17 de junio –la fecha más reciente publicada hasta el momento– esta cifra era de 6.257 personas, que equivale al 85% de la población residente.

Ocurre lo mismo en Barcelona. En un día normal de noviembre acudían al Gòtic aproximadamente 17.500 personas desde otros barrios de la ciudad y ciudades del área metropolitana como Badalona, Sant Adrià de Besòs y Esplugues de Llobregat (suponían un aumento del 93% de la población residente en el área). En junio del 2020, el número pasaba de 17.500 a 7.000 y tan solo suponía un incremento del 37% de la población residente.

Tras más de una década siendo los principales escenarios donde se desenvuelven los 11 y 10 millones de turistas –en hoteles y apartamentos legales– que cada año visitan Barcelona y Madrid respectivamente, a los ciudadanos locales les cuesta reconquistar estos espacios. Además, el funcionamiento a medio gas de los comercios y las oficinas de ayuntamientos y gobiernos para hacer trámites todavía contribuye más a la bajada de afluencia.

Más allá de las cifras oficiales, propietarios y trabajadores de los bares y restaurantes de ambas plazas coinciden en cifrar la bajada de viandantes en un 80%. “La terraza está vacía todo el rato”, se queja Manuel Adán, propietario de la cervecería Canarias, situada en el extremo norte de la plaza Reial. “Ya no es que me dejen ampliar mesas o no, el tema es que no llena”, explica mientras señala el ejército de sillas metálicas vacías desplegado frente a las puertas de su bar.

Cierre definitivo

 

Cinco de los 18 locales de restauración de la plaza Reial no han reabierto

Samuel Romera, del restaurante Rossini, que se encuentra en el extremo opuesto de la cervecería Canarias, define la situación como un despropósito. “Tenemos pocas expectativas en que la situación mejore”. De hecho, el anuncio ayer mismo de nuevas medidas restrictivas para frenar el rebrote de la pandemia pueden dificultar aún más la salida de esta profunda crisis. “El objetivo de reabrir –explica Romera– no es ganar dinero, sino perder menos de lo que perdemos manteniendo el restaurante cerrado”. “Estamos por debajo de la temporada baja, si antes facturábamos entre 800 y 900 euros al día, ahora apenas ingresamos 30 euros.”, añade.

En Barcelona la temporada alta en circunstancias normales habría empezado en abril y se alargaría hasta octubre. Aunque el sector ya da la temporada por perdida, todavía les quedan unos meses por delante en los que el clima favorece la llegada de visitantes, tanto autóctonos como turistas, si es que en las próximas semanas no se produce una nueva y letal marcha atrás. En Madrid, en cambio, la nueva normalidad les pilló en plena temporada baja. Los meses de más visitantes se registran desde noviembre a abril: parte de su temporada alta la vivieron confinados. Álvaro Lozano, contable del Museo del Jamón, explica en una entrevista telefónica que “el coronavirus ha robado la temporada gorda, desde enero hasta mayo, cuando vienen los colegios de viaje cultural”.

Los bares del centro de las ciudades bajan sus precios: hasta un 20% para atraer clientela