Al jubilarse, Juan María Luna lo tenía claro: no quería quedarse "apalancado en casa viendo la tele. Siempre he sido una persona activa y quería seguir siéndolo".
Con esa firme intención, se acercó por Cruz Roja a inicios de 2020 -poco antes del estallido de la pandemia- para preguntar por el voluntariado. Al momento, la pregunta se convirtió en afirmación. "Soy rico en tiempo libre, y quiero dedicarlo a ayudar a los demás".
Unas palabras que Juan María lleva ya casi un lustro traduciendo en hechos en forma de mano amiga a personas que lo necesitan, ya sean estas mayores en situación de soledad, refugiadas o solicitantes de asilo y migrantes en busca de un futuro mejor.
Una historia similar -aunque con más años de voluntariado a sus espaldas - protagoniza Ángeles Rojas, quien hace ya más de una década sustituyó los patrones y las horas de costura como modista por el chaleco de la Cruz Roja de su localidad -Villanueva de Córdoba- y las rutas por el pueblo para visitar las casas de personas mayores -en su mayoría mujeres- que viven solas.