viernes. 29.03.2024

El grupo de investigación 'Biocontrol y prevención de enfermedades en acuicultura' de la Universidad de Málaga (UMA) ha corroborado en estudios 'in vivo' con ratones que, durante el examen forense de un cadáver, un análisis microbiológico podría ofrecer la cantidad y tipología de las bacterias 'post mortem' que determinan con más rigor el momento del fallecimiento. Para ello, y tras comprobar que pasadas 12 horas tras la muerte disminuían, estos investigadores plantean acotar los tiempos de análisis que revelen en qué momento concreto se produjo la defunción según las diferentes etapas de descomposición.

Para ello, han utilizado técnicas encargadas de procesar datos del campo de la microbiología aplicando estudios moleculares para obtener información tangible y más exhaustiva de la hora a la que se ha producido la muerte de un cuerpo. Actualmente, la mayoría de las técnicas empleadas para la realización de autopsias son de tipo cualitativo, como la rigidez cadavérica.

Además, este equipo plantea que se orienten las horas entre las distintas fases de análisis que se aplican en las autopsias. En concreto, proponen que se tome como referencia partir de las 12 horas tras la muerte, momento en que se empiezan a observar diferencias significativas en la tanatomicrobiota, es decir, el conjunto bacteriano que reside en los cadáveres.

En concreto, han usado técnicas moleculares basadas en PCR y análisis de imagen para gestionar una gran cantidad de datos biológicos derivados del análisis de una secuencia concreta de ADN de las bacterias intestinales 'post mortem', el fragmento 16S. "Estudiamos esta parte determinada del ADN de los microorganismos que hay en la tanatomicrobiota porque es específica de cada bacteria. Es como el DNI de cada una de ellas, la información que las identifica y las diferencia unas de otras", explica el investigador de la UMA Ángel Martínez Aragonés, autor del estudio.

Según esta investigación, el análisis de este fragmento de ADN permite disponer de información cuantitativa sobre la tipología y la cantidad de bacterias existentes en la hora exacta de la muerte con un margen de error de aproximadamente una hora y media en las primeras 24 horas sin vida de un cuerpo.

Por ello, el equipo de investigación apuesta por acotar los tiempos de análisis a partir de las 12 horas tras la muerte, ya que en esa franja observaron diferencias significativas en el conjunto de los microorganismos 'post mortem'. "Los estados de descomposición varían en función de estas ventanas de estudio. Cuando se produce la ruptura abdominal y se abre el cadáver, la tanatomicrobiota tiende a diferenciarse más que la que tenía en vida. Las bacterias tienen que adaptarse al nuevo estado de entropía y la estabilización conlleva su tiempo", detalla el responsable de este trabajo.

Autopsias en ratones

Para obtener estos resultados, el equipo de investigación realizó experimentos 'in vivo' en ratones de laboratorio que no hubieran tenido ningún tratamiento previo, simplemente alimentados con agua y pienso, y a los que se les iba a practicar la eutanasia.

Diseccionaron ejemplares de ratones fallecidos durante 24 horas de descomposición y obtuvieron muestras intestinales con una extracción de ADN. "Examinamos parte del intestino posterior y del colon ascendente, una de las regiones que más interesa a la comunidad científica para el estudio del tanatomicrobioma porque concentra una gran cantidad de microorganismos", señala Aragonés.

Posteriormente, realizaron una PCR para amplificar el fragmento del gen 16S de todas las bacterias y aplicaron técnicas de electroforesis en gel para separarlos según su composición. Tras ello, obtuvieron el fragmento de 16S separado de todas las bacterias. "Este proceso nos permitió tener una fotografía real y completa de la tanatomicrobioma", apunta el autor del trabajo.

Con esta información, el equipo de investigación concluyó que pasadas 12 horas tras la muerte disminuía la diversidad de bacterias. "Al tender a la estabilización y moderarse los cambios, los datos obtenidos mediante técnicas de aprendizaje automático o modelos predictivos son más precisos para determinar a qué hora se ha producido la muerte de un cuerpo según los datos que nos revelan las bacterias que contiene", concluye Aragonés.

Este estudio abre nuevas líneas de investigación sobre el uso de técnicas y herramientas de inteligencia artificial en un marco temporal concreto para la datación cadavérica.

Analizar las bacterias 'post mortem' para precisar aún más la hora de la muerte