En las últimas etapas del trastorno de motoneurona, los pacientes pierden la capacidad de utilizar correctamente sus músculos y, en algunos puntos, el movimiento puede interrumpirse por completo y pueden caer al suelo.
A Marc, de 63 años, de Burdeos, Francia, le diagnosticaron esta afección hace 20 años, y empeoró tanto que tenía que haber alguien que lo sujetara de los brazos en todo momento en caso de que su forma de caminar se congelara.
Fue objeto de la tecnología experimental de implante espinal desarrollada a través de una colaboración entre el Instituto Federal Suizo de Tecnología en Lausana y el Hospital Universitario de Lausana que también devolvió algo de movilidad a un hombre con una lesión en la médula espinal que lo dejó paralizado.
Cuando ves imágenes de personas con lesiones de la médula espinal caminando nuevamente con la ayuda de implantes, normalmente hay una computadora conectada a su espalda o están en un laboratorio.
Pero ver a Marc caminar con sus nuevos implantes es como si fuera real. Los implantes todavía necesitan otros cinco años de trabajo y el estudio publicado sobre la experiencia de Marc se considera un gran "trampolín".
“Prácticamente ya no podía caminar sin caerme frecuentemente, varias veces al día. En algunas situaciones, como al entrar en un ascensor, me pisoteaba en el lugar, como si estuviera congelado, se podría decir”, dijo Marc a la prensa. “Ahora mismo ya ni siquiera le tengo miedo a las escaleras. Todos los domingos voy al lago y camino unos 6 kilómetros [3,7 millas]. Es increíble."
Los científicos tuvieron que hacer un mapa de la médula espinal de Marc y descubrir los lugares responsables de indicarle a las piernas que se movieran. Luego se implantaron electrodos en estos lugares, lo que permitió que la estimulación llegara directamente a la columna.
El paciente, en este caso Marc, lleva dos sensores en los músculos posteriores de la pierna. Cuando se inicia la marcha, los sensores envían continuamente información a un estimulador debajo de la piel del abdomen de Marc, donde envía continuamente electricidad a los electrodos de su columna para corregir señales anormales que le harían temblar o perder la coordinación.
Para coordinar el estimulador, Marc tuvo que caminar mucho en un laboratorio mientras el equipo lo monitoreaba con cámaras de detección de movimiento y modelos por computadora.
"En ningún momento [el paciente] es controlado por la máquina", dijo a The Guardian el profesor Eduardo Martin Moraud, del hospital universitario de Lausana. "Simplemente está mejorando su capacidad para caminar".
El equipo dice que está comprometido a probar esta misma intervención en 6 pacientes más para tener una idea realmente clara del potencial de que algún día esté disponible para el público en general.