sábado. 20.04.2024

El experimento, dirigido por el sector científico de la Universidad Miguel Hernández de Elche, probó de forma novedosa a colocar directamente gran cantidad de electrodos sobre la región cerebral encargada de la vista de una persona ciega. El expermiento dio resuiltado mientras se mantenía enchuifada a la paciente, pero Bernardeta Gómez, de 57 años, antigua docente de Biología, volvió a perder la vista tras 16 años invidente a causa de una septicemia, una vez salió de la prueba. Lo que nos han contado es que Bernardeta pudo distinguir patrones de movimiento y reconocer determinadas letras del abecedario.

Parece ser que las pruebas comenzaron el lunes 22 de octubre de 2018 por medio de un implante que la administraron, y que una investigación que en principio iba a durar 3 meses, se alargó finalmente a los 6 debido a la insistencia de la antigua profesora, quien comenzó entonces a distinguir como "lentejuelas" que, dependiendo de la intensidad de los electrodos en su cabeza, "las veía más o menos intensas, más o menos grandes". Estas formas que describe en realidad son fosfenos, percepciones visuales que adquieren forma de puntos luminosos y que cualquiera de nosotros ha experimentado cuando ha tenido presión sobre sus párpados cerrados. Y es que las personas invidentes también los suelen experimentar ya sea de forma repentina o cuando son receptores de un sonido fuerte o una experiencia que les alarma.

El sistema funcionaba activando simultáneamente electrodos, un electrodo activo significaba poder ver un fosfeno, dos electrodos eran equivalentes a poder ver una línea vertical y el resultado de disponer tres electrodos en forma de triángulo era la de poder percibir un triángulo, a partir de ahí se continuaba.

"La retina tiene una especie de mapa en el córtex cerebral que conecta con el campo visual. Este mapa retinotópico se había estudiado en personas que ven: estimulas una parte determinada y ves algo concreto y no otra cosa. Nos ha sorprendido que estas predicciones se cumplan completamente en una persona ciega. El mapa sigue ahí" afirma el director del Grupo de Neuroingeniería Biomédica del Instituto de Bioingeniería de la UMH, Eduardo Fernández.

El canal visual para poder detectar imágenes era por medio de una especie de retina artificial como la de una cámara pero esta vez construido sobre unas gafas.

Inicialmente, los electrodos se encendían individualmente y a más, generando un único fosfeno, además a veces dependía del lugar donde se estimulase el cerebro, a veces sucedía con el córtex occipital derecho (tras la oreja, en la parte superior), sede del procesamiento visual, y otras lo hacían de forma espontánea. Al ser tan novedoso, la propia paciente, divertida, comentaba "ellos iban tan a ciegas como yo."

Mientras el cerebro de la mujer iba aprendiendo y entrenándose, los investigadores lo ponían cada vez más a prueba: "Lo fueron complicando y empecé a ver barras estrechas, anchas, cuadrados… y luego aprendí a distinguir los patrones, llegue a percibir un rostro humano y el de un perro" menciona

.En cuanto a los resultados, la percepción de patrones y formas aumentó a un éxito total.

Durante el último mes, se aplicaron 16 electrodos al mismo tiempo, lo que condujo a Bernardeta a distinguir letras como la L, la C, la V o la O con un 70% de aciertos. Ignoran por qué no pudo reconocer más, puesto que realmente no había investigaciones anteriores que sirvieran para comparación, y es que los últimos intentos de recuperación de la visión para personas invidentes son de los años 70, siendo siempre una estimulación externa que necesitaba de mayor cantidad de energía. El problema de realizar, como hasta ahora, una estimulación interna, es que hay que afinar mucho más y de una forma más relativa y particularista a la persona en cuestión. Para transformar en estímulo eléctrico el óptico fueron necesarios 66,8 microamperios. "Aquí nos hemos saltado el ojo", afirma el director del proyecto, puesto que no se han detenido a intentar recuperar la visión del ojo, sino a buscar la conexión directa de la realidad con el cerebro. 

En el proyecto participaron los científicos de la universidad alicantina, el Instituto de Neurociencia de Países Bajos, o la Universidad de Utah (Estados Unidos), que es pionera en muchos sentidos. Por ejemplo, una variante novedosa fue la de insertar una placa con 96 electrodos dentro del cerebro. Cada uno con una longitud de 1,5 milímetros y un diámetro de 80 micras. "Es la primera vez que se implanta en la región visual del cerebro y en una persona ciega", destaca el investigador de la UMH. Consiguieron que los electrodos no solo enviasen señales eléctricas, sino que pudiesen además recoger la respuesta neuronal, enviándola a un sistema externo. 

Jaume Català, oftalmólogo de los hospitales catalanes Sant Joan de Déu y el de Bellvitge  asegura que "Esta aproximación es capaz de plantear posibles soluciones en aquellos pacientes que en algún momento tuvieron visión y la han perdido totalmente, ya sea por alteraciones de la retina o del nervio óptico". Pero, aclara, el córtex visual debe ser funcional. “Aún estamos lejos de conseguir una visión funcional tanto por la duración de los implantes, como por su predictibilidad y la necesidad de estudiar y conocer mejor la complejidad y múltiples vías de las áreas visuales de la región cortical”

"Mucho que queda por hacer. Necesitamos más datos" dice el investigador de la UMH. Para ello, han querido invitar a más voluntarios a realizar los ensayos. "Buscamos gente como Berna, que sabía que no iba a volver a ver. Si no, les podríamos hacer mucho daño", resalta.

“Sabía a lo que iba. Tenía muy claro que no iba a recuperar la vista, pero siento una gran satisfacción personal y con eso ya me siento pagada”. Asegura.

Toda esta información ha sido facilitada y adelantada por El Pais.

Un implante en el cerebro permite a una mujer ciega reconocer letras y formas