sábado. 20.04.2024

Redacción. Investigadores en Farmacia han señalado que simplemente con un cuestionario podrían reducir en un 20 por ciento el número de alérgicos a la penicilina. De hecho, más de 30 millones de personas en Estados Unidos cree erróneamente que es alérgico a la penicilina. Esta situación genera millones de dólares en costes adicionales en la atención sanitaria, efectos secundarios adversos por el uso de antibióticos más potentes y un riesgo por el aumento de infecciones potencialmente peligrosas resistentes a los antibióticos.

Christopher M. Bland, profesor clínico asociado del Colegio de Farmacia de la Universidad de Georgia (UGA), ha descubierto este hecho pidiendo a quienes dicen ser alérgicos a la penicilina que respondan a un cuestionario de una página, y en caso de que fuera necesario, que se sometieran a una prueba cutánea de alergia a la penicilina (PAST, por sus siglas en inglés).

"En muchos casos no tenemos que pasar del cuestionario", ha señalado Bland. "Estamos descubriendo que lo que la mayoría de estos pacientes piensa que es una reacción alérgica es en realidad solo un efecto secundario que puede haber ocurrido una vez y que podría no volver a suceder. Los pacientes nos dicen que se marearon o tuvieron náuseas después de tomar penicilina hace años o que su padre era alérgico a la penicilina, así que también pensaron que eran alérgicos".

Bland ha explicado que a menudo se culpa a la penicilina de todos estos eventos adversos aun cuando puede no ser el culpable. Incluso los que alguna vez fueron alérgicos a la penicilina pueden no  serlo ya, ha indicado. Después de cinco años, los estudios muestran que la mitad de los individuos que tuvieron una reacción alérgica a la penicilina –como urticaria, sibilancias, falta de aire o anafilaxia– ya no eran alérgicos. A los diez años, esa cifra aumenta a 80 por ciento, ha dicho.

En una investigación presentada recientemente en la reunión internacional sobre enfermedades infecciosas celebrada en Washington DC, IDKWeek, Bland y sus colegas demostraron cuántas alergias a la penicilina se han eliminado de los registros de los pacientes después de que éstos fueran entrevistados por estudiantes de Farmacia de la UGA.

"Podemos reducir el número de personas que piensan que tienen alergia a la penicilina en un 20 por ciento de inmediato, simplemente hablando con ellos a través de nuestro cuestionario", dijo Bland. "Nuestros estudiantes de Farmacia fueron capaces de descubrir la falsa alergia de muchos pacientes con sólo obtener una historia detallada".

Aunque la Sociedad Americana de Enfermedades Infecciosas ha recomendado que se promueva la evaluación de la alergia a la penicilina como una forma de eliminar esta etiqueta de los registros médicos en aquellos pacientes que no son alérgicos, la mayoría de los estudios que han incluido PAST como una forma de lograrlo han sido realizados en centros médicos académicos por alergólogos capacitados.

No obstante, junto a Bruce Jones, farmacéutico clínico especialista en enfermedades infecciosas en el St. Joseph's/Candler Health System y adjunto en el Colegio de Farmacia de la UGA, Bland ha defendido que estos controles se pueden llevar a cabo en hospitales que no cuenten con alergólogos. Según han señalado, están trabajando con más de 50 hospitales en todo el país, compartiendo las mejores prácticas que permitirán realizar el test y actualizar los registros médicos.

Estos resultados de la investigación fueron publicados en el Foro Abierto de Enfermedades Infecciosas. El dúo trabajó con enfermeras del Candler Hospital y descubrió que las pruebas cutáneas se pueden realizar de manera segura en un hospital comunitario. Cuando las pruebas cutáneas fueron realizadas en el hospital por enfermeras capacitadas, 98 de cada 100 pacientes del estudio que tenían una alergia a la penicilina en sus registros médicos fueron considerados no alérgicos al antibiótico.

Esto permitió un cambio inmediato a un antibiótico de tipo penicilina para la mayoría de los pacientes, que a menudo es más seguro y barato, mejora los resultados y reduce los efectos adversos. Además del beneficio de Salud Pública, Bland estimó que los ahorros en el cuidado de la salud serían de decenas de millones de dólares anuales si los pacientes pudieran volver a recibir penicilina de tratamientos antibióticos más costosos. El estudio en el Hospital Candler encontró un ahorro promedio de 350 dólares por paciente, que incluyen el costo de la prueba cutánea.

"Nuestro equipo está en una misión ahora mismo", dijo Bland. "Nuestro objetivo es que cada alergia a la penicilina sea cuestionada y reconocida,y que la mayoría salga de los registros médicos y permita a los pacientes obtener el mejor antibiótico para su infección en particular, que a menudo es una penicilina".

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La mayor parte de los alérgicos a la penicilina están mal diagnosticados