viernes. 19.04.2024

La salud mental se ha convertido en una de las preocupaciones mundiales del Siglo XXI. Una problemática, en ocasiones todavía vista por la sociedad como un tabú que supone la creación de prejuicios y opiniones infundadas muchas veces sin ningún tipo de empatía. La depresión, ansiedad y muchos otros trastornos mentales conviven libremente en nuestro entorno sin ni siquiera darnos cuenta. El día a día en el que vivimos se encuentra cargado de preocupaciones, situaciones de estrés, soledad, relaciones tóxicas, fallecimientos, enfermedades, y una larga lista de complicaciones que crean más posibilidades de acudir a terapia psicológica. Una serie de circunstancias a las que debemos sumar la llegada de la pandemia, que desde hace dos años, ha dado lugar a un crecimiento notable de personas con necesidad de ayuda profesional, entre las que destacan los jóvenes. 

El suicidio. El gran olvidado. Ni los medios de comunicación ni la sociedad dan pie a tratar el tema con claridad, aunque los datos muestran la evidencia. En 2020, según la Fundación Española para la Prevención del Suicidio, 3.941 personas han acabado con su vida en España. De esta manera, se convierte en la principal causa de muerte entre la juventud española, en un rango de edad de entre 15 a 29 años. Pero el suicidio no viene solo, le acompañan los diversos intentos (muchas veces fallidos) para lograrlo. La Organización Mundial de la Salud (OMS), recoge que se llevan a cabo unos veinte intentos por cada suicidio. Es decir, existen alrededor de 80.000 intentos de suicidio al año. 

Tras el suicidio de la actriz Verónica Forqué el pasado diciembre, el tratamiento en algunos programas de televisión como Salvados sobre salud mental, y la entrevista de la periodista Mercedes Milá en el programa 'Las Tres puertas' de TVE, sincerándose sobre su depresión, actualmente se está abriendo un gran debate. Una visibilización que da lugar a pequeños cambios y a un aumento de actuación en muchas comunidades españolas. Algo que nos hace concienciarnos sobre la importancia de tener una buena salud mental, de aportar luz a ciertos problemas, de luchar por conseguir una sociedad mucho más compasiva y de poner al alcance de todos, las herramientas imprescindibles para evitar tantos y tantos finales trágicos. Todos sabemos que todavía falta mucho para evolucionar y mucha ayuda que proporcionar. ¿Es el momento de que la Sanidad Pública ofrezca una atención psicológica más plena y con más recursos?

Para concienciarnos, debemos estar informados, por ello, hemos querido compartir una charla con Fabiola Alcalá Medina, una psicóloga cordobesa, con la que tratamos temas que nos van a ayudar a abrir la mente y seguramente a identificarnos con nuestras propias vivencias. 

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Logo de su consulta PsiqueAbierta.

PREGUNTA (P). A tu consulta PsiqueAbierta en Córdoba, acuden muchas personas buscando ayuda diariamente. A raíz de la pandemia, ¿has notado un aumento en la demanda de atención psicológica?

RESPUESTA (R): A decir verdad, no lo he notado tanto en cuanto a volumen de trabajo, pero sí en relación con los temas a tratar. La pandemia ha hecho que muchos de los reforzadores que teníamos desaparezcan o se modifiquen, algo que ha dado lugar a cambios en nuestra vida, incertidumbre, etc. Esa situación ha influido de manera negativa en nuestro estado de ánimo, satisfacción e incluso calidad de vida.Hasta algunas personas que no se preocupaban en exceso por su salud, lo han empezado a hacer. 

"Hay una cantidad ridícula de psicólogos en el sistema de Sanidad Pública y el Gobierno sigue sin ponerse las pilas"

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Foto de la consulta.

P. Todos hemos oído hablar alguna vez sobre la depresión o la ansiedad. Para las personas que estén sufriendo alguno de estos dos trastornos. ¿Es verdad que ambas van de la mano?

R: Yo las denomino amigas íntimas, aunque en realidad son bastante diferentes. Es la ansiedad la que va más unida a la depresión, ya que es difícil imaginar a una persona con un problema de ansiedad y que no tenga depresión o una problemática del estado de ánimo. En el caso de la depresión, sucede al contrario, que alguien manifieste síntomas depresivos, no quiere decir que vaya vinculado a indicios ansiosos. Se dice que van de la mano, ya que la ansiedad limita a la persona en determinados contextos y situaciones, y eso acaba irremediablemente pasándole factura en el estado de ánimo. 

P. ¿Cómo pueden diferenciarse?

R: Una persona con depresión se siente sumida en una profunda tristeza, una emoción que no es puntual, es mucho más profunda y mantenida en el tiempo. Puede estar acompañada de otros síntomas como apatía, incapacidad de poder disfrutar del día a día, problemas con la alimentación o incluso insomnio. La ansiedad también genera una sensación de vacío y desánimo muy potente, aunque se relaciona más con un estado de alteración, de sobrepasada y agotamiento de energía, al activarse nuestro sistema de alerta cuando creemos identificar alguna amenaza. 

P. En ocasiones, desconocemos la forma en la que la depresión y ansiedad pueden afectar a nuestro organismo. ¿Cuáles son los cambios más significativos que podemos experimentar?

R: La depresión no solo nos hace deprimirnos a nivel emocional, también a nivel físico. Por ello, está demostrado que influye de manera negativa en nuestro sistema inmunitario, con lo cual, nos hace más proclives a enfermar por cualquier cosa. Y en la ansiedad, esto es mucho más severo. Como he explicado anteriormente, se activa nuestro mecanismo de alerta, generando una respuesta muy intensa a nivel físico y neuroquímico, para poder hacer frente a una amenaza. Si la preocupación se mantiene en el tiempo, acaba desgastándose nuestro organismo. Por ejemplo, el sistema digestivo puede verse afectado con problemas de digestión, ulceras, etc. Además, se manifiestan dolores de cabeza, problemas en la piel, como dermatitis o caída del pelo, etc.

P. A nivel genético y social, ¿cuáles son los factores que pueden contribuir a que surjan depresiones y ansiedades? 

R: En realidad, si hablamos de cualquier problemática de salud mental o emocional, no podemos hablar de factores únicos, ni tampoco de antecedentes genéticos. Se trata de algo multifactorial. Por ponerte un ejemplo, es como la lotería, cuantos más números compres más probabilidades tienes de que te toque. Pues en este caso igual. Supone una suma de factores, que van a hacer que haya más posibilidades de acabar desarrollando alguna dificultad. A nivel genético o cerebral, a día de hoy no existe nada concluyente dónde pueda afirmarse que si los padres o familiares tienen depresión o ansiedad, los hijos también vayan a sufrirlas. 

P. ¿Qué herramientas pueden utilizarse para sobrellevar estos trastornos?

R: La primera parte (la más importante) es realizar una evaluación, investigar por qué esa persona se encuentra así, qué le ha pasado y qué creencias y aprendizajes ha tenido. Una vez identificado todo, pasamos a establecer un plan de intervención. A modo genérico, se deben cambiar creencias y patrones conductuales.

P. En cuanto a la depresión...

R: Yo la comparo con el equilibrio de una mesa. Nuestro estado de ánimo es como el tablero de la mesa, y se sostiene por distintas patas, que son lo que podemos llamar como reforzadores positivos, que están presentes en nuestra vida y nos hacen sentir bien. Para garantizar esa estabilidad, debemos tener cuantas más patas mejor. Nos podemos sentir deprimidos o caer en estado profundo de tristeza, cuando esas patas fallan o empezamos a tener muy poquitas. Puede haber diversos estímulos como un trabajo que nos satisfaga, una pareja, amigos, familiares, hobbies propios, autoestima, relaciones sociales, etc.

P. ¿Y a la ansiedad?

R: Respecto a ella, se trabaja para desmantelar creencias disfuncionales, distorsiones cognitivas, mal interpretaciones, etc. Una vez identificadas y trabajadas, sabemos que esos pensamientos destructivos van a volver a manifestarse. El problema surge cuando nos los creemos y nos identificamos con ellos, dado que se activa una señal de alarma y en ese momento, es cuando nos volvemos ansiosos. Para evitarlo, tenemos que aprender a tomar distancia de la mente, no fusionarnos con nuestros propios pensamientos para ser capaces de observarlos y no dejarnos llevar por ellos. La clave está en centrarnos en el presente. 

P. El suicidio. ¿Cómo se puede prevenir?

R: Imagínate que tienes un dolor físico muy grande, y crees que no se te va a pasar nunca, ¿te gustaría seguir viviendo así toda la vida? Pues eso es lo que les pasa a muchas personas con depresión. Llegan a un punto que se sienten tan mal, que creen que no hay otra manera de liberarse del sufrimiento que no sea quitándose la vida. Por esa razón, lo más importante es poder hablar de ello. Si la persona puede expresarse y verbalizar cómo se siente, se puede abordar la situación y hacerla entender que no es así, y que hay otras soluciones.

P. ¿Cuáles son las señales de alerta?

R: A veces las hay, y otras veces no. Entre las conductas que lo indican, encontramos algún patrón en el comportamiento de esa persona como verla más aislada, callada, triste, ausente, haciendo comentarios de que no se encuentra bien, que no esta pasando por un buen momento, etc. No necesariamente tiene que ser determinante, pero puede ser un indicativo para que la persona se lo plantee y llegue a encadenarse en un suicidio. Es verdad que todavía sigue siendo un tema tabú, por el que te señalan y verbalizarlo muchas veces asusta, algo que dificulta el descubrimiento y la posterior atención.  

P. Desde tu punto de vista, ¿cada vez se le va dando más visibilidad o todavía debemos como sociedad abrir más la mente respecto al tema? 

R: Yo creo que ahora se habla más que hace diez años, entre otras cosas, gracias al comienzo de la pandemia. Durante ese periodo se empezó a dialogar más sobre salud mental, se estaban viendo los datos, entre muchas otras cosas. Aunque a nivel objetivo, sigue habiendo muy pocas soluciones reales. Hay una cantidad ridícula de psicólogos en el sistema de sanidad pública y el gobierno sigue sin ponerse las pilas. Recuerdo una campaña que impulsó bajo el eslogan "si estás mal, hablemos". Una iniciativa bonita, pero con la que me pregunto, ¿hablemos con quién?. Si una persona necesita ir al psicólogo y le dan cita en dos meses y no dispone de recursos para costearse un psicólogo privado, puede hablar con la pared o con sus amigos, como viene haciendo toda su vida. Pues mira, no me hagas tantas campañas, no me hables tanto y mete más psicólogos en la sanidad pública. 

P. Adentrándonos un poco en otras vertientes, las adiciones al alcohol, al juego o a las drogas son un peligro para la persona que las sufre. Para dejar su dependencia a un lado, ¿cuál es el proceso en el que el adicto toma conciencia, reconoce su problema, quiere curarse y acudir a terapia?

R: Esa es la parte más importante, aunque yo no la vivo en la consulta. Cuando se animan a acudir a terapia, esa decisión ya la han tomado. Generalmente, cuando eres consciente de los problemas que esa dependencia te está generando, por ejemplo, afectando a tus relaciones, salud física, economía, etc. es el momento de reconocer que quizás tengas un problema de adicción. 

P. También los trastornos obsesivos compulsivos son cada vez más comunes en la sociedad. ¿Se podría decir que cada vez hay más gente que los padece y no se dan cuenta?

R: En el trastorno obsesivo compulsivo los componentes problemáticos son los pensamientos que se presentan de manera repetitiva generando un malestar intenso. Por ello, se diseña un comportamiento enfocado a aliviar esa obsesión. Cuando la persona te cuenta que no para de pensar en tal cosa, de darle vueltas y está angustiada, ahí es donde debemos indagar y saber qué se le pasa por la cabeza. Normalmente, suele salir bastante fácil si es un patrón súper repetitivo de determinados pensamientos, si esa persona está totalmente identificada con ellos y les da completa credibilidad. 

P. ¿Cómo se manifiesta día a día? 

R: Se podría decir que es como el ruido de fondo que siempre está, que en un principio, no es un problema. Todos vivimos, leemos y mantenemos conversaciones con el ruido de fondo. El inconveniente surge cuando en lugar de poner el foco en lo valioso, estamos pendientes del tic-tac del reloj, del ruido de los vecinos, del de el tráfico, etc. Con los pensamientos sucede lo mismo, si yo pongo única y exclusivamente el foco en uno me vuelvo más obsesivo, cuanta más atención le preste, más sonido acabo captando. 

P. Hiciste un curso de introducción a la hipnosis terapéutica. Sabiendo que es una técnica que a veces produce confusión. ¿En qué consiste esa herramienta psicológica?

R: Se considera un estado alterado de conciencia, una relajación muy profunda donde la mente puede estar abierta a trabajar ciertas ideas. Según lo que yo me he formado, no es una terapia, ni tampoco te hace hacer cosas que no harías, es una técnica, como tu bien has dicho. Una herramienta, dentro de un contexto mucho más amplío. 

P. ¿Es factible para sacar los traumas?

R: Con ella no vamos a acceder a ningún trauma, pero liberamos determinadas barreras que la persona tiene cuando esta plenamente consciente y despierta a la hora de indagar en su interior. Puede ser útil para afianzar y mantener determinados aspectos que hayamos tratado antes en terapia. 

P. Es decir, ¿es un mito que funcione completamente para dejar de fumar o adelgazar?

R: Por si sola, no hace nada. Si lo hace, es efecto placebo. Si funciona es cuestión de creer fehacientemente en ello, no es verdad que en cinco sesiones dejas de fumar o adelgaces. En realidad, dejé de utilizarla en mi consulta al no sentirme cómoda con ella y cuando empezó a llamarme gente que quería una solución tipo barita mágica. Y no, la psicología es un trabajo en equipo y con la que se ven los resultados a medio y largo plazo.

P. ¿Cómo fue tu experiencia como Voluntaria con la Asociación Española Contra el Cáncer?

R: Aunque en momentos me pareció dura, fue muy gratificante. Vi casos de personas que llevaban su proceso de una manera admirable. Me acuerdo de un hombre que entró ingresado y le tuvieron que amputar las dos piernas y tenía un ánimo que era la alegría de la huerta. Sin embargo, trate con otros casos de personas que tenían un mejor pronóstico y estaban hundidos en la miseria. A pesar de ello, era mucho más lo que los pacientes me daban, que lo que yo podía aportarles. Se sentían muy agradecidos simplemente con tener una charla. 

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Foto grupal durante el voluntariado con la Asociación Española Contra el Cáncer.

P. Es en ese momento cuando te das cuenta de lo importante que es la actitud y la forma de afrontar las adversidades...

R: Claro. Lo importante que es que la cabeza te funcione bien y tengas una estructura ajustada de la realidad. Dentro de lo desagradable, debes ser capaz de adaptarte a las circunstancias y aunque te vengas abajo, conseguir que pueda calar todo de la mejor manera.

P. ¿Qué tipo de terapia es adecuada para que sobrelleven la enfermedad los propios enfermos y los familiares?

R: Todo depende del caso y la persona. Generalmente el punto más importante es la toma de conciencia o aceptación de la realidad del momento, y reconciliarse con lo que no se puede controlar (también aplicable a otros aspectos de la vida). El kit de la cuestión es focalizarse en lo que depende de nosotros mismos. No podrás controlar o influir en el trascurso de tu enfermedad pero si, elegir cómo estás y seguir teniendo vida, dedicando tiempo a tu entorno (familiares, amigos y pareja) o a cosas que siempre hayas querido hacer. 

P. El voluntariado es lo tuyo. Estuviste colaborando con la Asociación en Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa y Bulimia. ¿Cómo se puede ayudar a una persona que sufre estás enfermedades?

R: Hay que construir una autoestima para que no basen su valor en el peso o en lo que comen. Cuando aparezca el pensamiento contrario a eso, tienen que identificarlo como distorsionado, ya que su valía como persona no está ni en su cuerpo ni en la talla que usan.

P. Al ser enfermedades en las que tu mente distorsiona la realidad, a la hora de curarte, ¿cómo deja atrás tu cabeza ese pensamiento?

R: Debe haber un trabajo muy intenso para desmontar ese tipo de creencias sin sentido y pensamientos irracionales. No es verdad que teniendo tal peso vas a ser más feliz, vas a encontrarte bien, vas a gustar, y la gente te va a querer más. Todo lo contrario, cuando una persona que padece un trastorno de este tipo llega a lo que ella considera su "peso ideal", está a años luz de ser feliz. 

P. Las enfermedades mentales como la esquizofrenia siguen siendo verdaderas desconocidas a nivel general. ¿Cómo podemos entenderla?

R: En la Esquizofrenia, existe una ruptura entre lo que sucede en la mente (lo que se imagina) y la realidad. En ocasiones, se confunden determinados pensamientos, delirios y paranoias con lo que está sucediendo. Pero no siempre es así. Puede haber momentos de crisis, con desorganización en el lenguaje, un comportamiento más extravagante y otros más adaptados al entorno.  

P. Siempre ha sido un tema tabú...

R: Efectivamente. Lo que asusta de la esquizofrenia y la convierte en un tema tabú, es pensar que los que lo sufren son personas violentas. Es algo erróneo, ya que en ocasiones se van a poner ellos en riesgo antes que a los demás. Y si se da ese peligro, no es por que esa persona sea violenta, es por el instinto de supervivencia. Cuando empiezas a creer que alguien quiere hacerte daño, la primera respuesta es defenderte. Existen las mismas probabilidades de que le acurra a una persona que se sienta amenazada. 

"La creencia de "te falta un tornillo por ir" es una etiqueta que a veces cae como una losa y se transforma en algo oscuro"

P. ¿Cómo se debe tratar a alguien que la sufre? 

R: Es verdad que no te puedo dar indicaciones determinadas de cómo tratar a un esquizofrénico, lo trataría como a cualquier otra persona. Eso sí, cuando alguien se encuentra en ese estado (algo puntual, como una epilepsia) está completamente desvinculada de la realidad. Por ello, intentamos no contradecirla (no va a ser capaz de reaccionar), si creemos que está en peligro, ponerla a salvo y escucharla. Y hacerlo desde la empatía, el cariño, afecto y respeto.

P. ¿Qué debe hacer la sociedad para eliminar el estigma de estas enfermedades y que se normalicen? 

R:  El gobierno debe reclamar y exigir las denuncias, hacer manifestaciones, recoger firmas, etc. para que se sepa que el tema importa y que a día de hoy todavía no se aborda plenamente. Si hablamos y ponemos el foco, pero no se establecen soluciones reales, no sirve de nada. Dejando eso a un lado, comentarlo también entre nosotros, que no nos de apuro decir que vamos al psicólogo, igual que no nos lo da expresar que vamos al fisioterapeuta.

P. A pesar de la necesidad de avances, ¿crees que cada vez este tema se trata con más naturalidad?

R: Sí. Los jóvenes lo tienen más normalizado. Me llegan chic@s de 20 años que lo enfocan a algo positivo e incluso presumen con sus amigos de acudir a consulta: "Esta semana me toca con mi psicóloga". Sin embargo, otros pacientes se siguen escondiendo, se lo ocultan a su pareja, familia, etc. La creencia de "te falta un tornillo por ir" sigue en nuestra sociedad, convirtiéndose en una etiqueta que a veces cae como una losa y se transforma en algo oscuro.

P. Los fármacos se utilizan para sobrellevar las enfermedades mentales. ¿Qué importancia le das tu al tratamiento con ellos? 

R: Es necesario saber que un psicólogo nunca puede recetar, solamente puede hacerlo un médico, en este caso, el psiquiatra. El papel de la farmacología para mí es bastante incierto, ya que siguen sin estar claros los circuitos neuroquímicos, y cómo influye en las personas, teniendo en cuenta que a cada uno le afecta de una manera completamente diferente. A veces tenemos efectos paradójicos e intentamos resolver la ansiedad con ellos pero el fármaco acaba provocando más irritabilidad. Se debe valorar bien en qué momento se les puede sacar un beneficio, ya que existen muchos efectos secundarios (con benzodiacepinas o medicación ansiolítica), posibles tolerancias y dependencias.

Efecto paradójico (1): Según la medicina, se produce cuando cualquier procedimiento terapéutico acaba produciendo un efecto contrario al esperado.

"A la consulta me llega gente que lleva tomando benzodiacepinas desde hace diez o veinte años"

P. ¿Cuál sería la forma más acertada de utilizarlos?

R: Hay que compaginarlos con terapia, nunca como primera opción y tampoco mantenidos de por vida. Ante dificultades para seguir la terapia, merece la pena incluirlos. Conocemos que en el 90% de los casos no se emplean bien y que están diseñados para que el tratamiento no supere los dos meses aproximadamente. 

P. Existe una falta de control entonces...

R: Me parece brutal la ligereza para mandar ansiolíticos y antidepresivos. A la consulta me llega gente tomando benzodiacepinas desde hace diez o veinte años. Si se mantiene el tratamiento en el tiempo, la persona se vuelve adicta y muchas veces ni siquiera la problemática se ha arreglado. Finalmente, la persona teme desengancharse o existe detrás un profesional que le dice que tiene que seguir manteniendo ese tratamiento de por vida.

P. Para acabar, me interesa conocer los problemas más recurrentes de tus pacientes. ¿Cuáles son los temas cotidianos que más tratas en tu consulta?

R: Llevo siete años ejerciendo de psicóloga con mi propia consulta y trato todo tipo de temas. Entre los cotidianos podría decir: problemas de autoestima, habilidades sociales y asertividad (dificultad para relacionarse con los demás de manera efectiva). También problemas del estado de ánimo, de salud, ansiedad, rupturas sentimentales...

P. Y temas no tan cotidianos...

R:Trato temas menos cotidianos como el Trastorno bipolar (alteración entre un estado de ánimo de tristeza profundo y de energía). Trastorno de personalidad (relacionado con el temperamento de la persona), un patrón mantenido en el tiempo. 

P. En estos años y a raíz de la pandemia, ¿han cambiado las preocupaciones?

R: Veo más ansiedad en los últimos años. Han aumentado las preocupaciones hipocondríacas, la rumiación, el pensamiento obsesivo y la ansiedad generalizada. Al igual que las preocupaciones constantes por salud, dinero, cosas cotidianas...

El fin en el día a día es conseguir nuestras propias metas y sentirnos satisfechos con nosotros mismos. Para alcanzar objetivos y además tener una buena salud mental, es necesario conocer los consejos más cotidianos para lograrlo. En el siguiente vídeo, el neurocientífico Facundo Manes ofrece las seis claves para cuidar nuestra mente. 

Fabiola Alcalá: "Hay una cantidad ridícula de psicólogos en la Sanidad Pública"