viernes. 23.05.2025

Cuando el coronavirus empezó a coger fuerza en Estados Unidos, Sydnee Geril, dejó de llevar a su perro guía, Tulsa, a sus tratamientos de quimioterapia. La joven de 25 años tomó esta decisión como precaución debido a la pandemia mundial. Aunque es muy difícil contagiar el virus a través del pelaje de los animales, la Asociación Médica Veterinaria Estadounidense pide precaución.

A finales de mayo, Geril descubrió un traje para perros llamado 'Shed Defender', es como una especie de mono ajustado al cuepo. De esta manera, su pastor alemán ha conseguido estar limpio y con menor posibilidad de contagiar el virus, por lo que ha vuelto al 'trabajo'. 

"Estoy muy feliz de tenerla de vuelta", admitió Geril. "Honestamente no me di cuenta del impacto hasta que no la tuve conmigo".

El traje 'Shed Defender', o 'super traje', como Geril lo llama, ha estado disponible en tiendas desde hace cuatro años, por lo que no ha sido creado expresamente para el coronavirus. Tulsa lo usa conjuntándolo con unos botines para estar más protegida. Ahora Geril no tiene que lavarla entera tras el hospital, tan solo necesita lavar el traje y lavarle la cara.

Geril vive en Ocala, Florida, y le diagnosticaron sarcoma de Ewing, un cáncer óseo poco frecuente que generalmente afecta a niños y adultos jóvenes, en octubre de 2017. Después de nueve meses de tratamiento, decidió adoptar Tulsa y entrenarla para convertirla en una perro de terapia. 

Los perros de terapia visitan hospitales, residencias de ancianos, escuelas y otros centros de atención médica para animar a la gente. Para Geril esas visitas fueron de las únicas cosas que la hicieron sentir mejor durante sus estancias en el hospital, y fue lo que le empujó a conseguir a Tulsa.

Después de ocho meses el cáncer de Geril volvió, por lo que el cachorro de 2 años ahora está entrenando para ser su perro de servicio personal, lo que requiere un mayor compromiso de tiempo que lo que se necesita para los perros de terapia. El entrenamiento de perros de servicio, por lo general, dura alrededor de dos años.

"No hay manual sobre perros de servicio; no hay bien o mal", dijo. "Realmente quería compartir, educar, que se corra la voz, porque no sabía nada al respecto antes de empezar con esto".

Debido al tratamiento de la quimioterapia y el miedo que tiene a las agujas, Geril se suele desmayar. Por tanto, el trabajo de Tulsa es avisar antes de que ocurra, ya que consigue reconocerlo a través del olfato. "Me ha devuelto mi libertad en gran medida", dijo.

Tulsa, el perro guía que ayudó a su dueña en su tratamiento de quimioterapia