miércoles. 12.02.2025

Angy Almoguera, estudiante del grado de Psicología en Jaén, se desplazó a Córdoba el martes 10 de abril para visitar a su familia. Para la joven era un viaje normal, en coche compartido, en el que coincidió con unas chicas que venían de Torremolinos, Málaga.

La conversación fue sobre el coronavirus y la preocupación global, ya que en Málaga ya había varios focos activos. Angy pensó que se trataba de un viaje normal, todo iba como la seda. Al llegar al domicilio familiar, pasó unos días de descanso junto a sus seres queridos a la espera del viernes 13 de marzo, un día especial pues asistiría a la presentación de su propio libro.

Ese viernes pasó mala noche y al levantarse tenía 38 de fiebre y malestar general, por lo que decidieron cancelar el evento, ya que una reunión social de esa envergadura sería un foco activo de contagio. Aunque lo peor estaba por llegar. El sábado Angy apenas podía moverse, aunque aparentemente no tenía tos, ahogo, ni ninguno de los síntomas relacionados con el temido virus.

Tras empeorar durante varios días, el martes 17 de marzo la familia de Angy decidió llamar a Salud Responde para informar sobre su estado de salud. Desde el servicio telefónico le aconsejaron tomar Ventolín, aunque no le dieron mucho crédito pues no tenía apnea o dificultad para respirar.  Aún así siguió el tratamiento, basado en paracetamol y un jarabe hasta el viernes, cuando la sensación de ahogo comenzó a intensificarse.

Ese mismo viernes  la fiebre le subió hasta 37,5 y ella tomó la decisión de ir a urgencias tras comunicárselo telefónicamente a su médico de cabecera. Angy fue sola al Hospital Reina Sofía para no comprometer la salud de sus padres. Una vez en urgencias, los que presentaban síntomas compatibles con el Covid-19 eran disgregados del resto de pacientes, para evitar el contagio.

Todo el personal sanitario estaba debidamente protegido, guardando la distancia de seguridad, tanto entre sanitarios como entre pacientes.

Angy entró a triaje junto a otras cuatro personas, todas con síntomas parecidos, a las que pasaron directamente a rayos para hacerles una radiografía pulmonar. Cuando la estudiante supo los resultados quedó conmocionada: presentaba cuatro focos de neumonía en un pulmón y dos en el otro.

El neumólogo especialista decidió que debía quedarse, no era una simple infección respiratoria, por lo que Angy pasó a hacerse la prueba de coronavirus. Tres horas de espera infinita. Aislada, sola, nadie podía acercársele. Le pasaban pañuelos desde la distancia.

Un guardia de seguridad la escoltó hasta la habitación. Apartaba a todo aquel que se cruzaba con ella por los pasillos. 

La neumóloga llegó a media noche cuando la joven estaba al filo del ataque de ansiedad. La médico le dijo el pronóstico: había dado positivo en la prueba y debía permanecer ingresada. Le extendieron un consentimiento informado para la aplicación de un tratamiento experimental, nadie sabía los efectos secundarios pero al parecer estaba resultando efectivo. ¿Qué podría hacer ella? Firmó en positivo al tratamiento basado en medicamentos antibióticos, 4 pastillas en 3 dosis, mañana tarde y noche. Durante una semana, prolongada a diez días desde casa, Angy siguió los consejos médicos a rajatabla.

Durante su estancia en el hospital, las enfermeras no accedían a la habitación, les dejaban la comida en la puerta. Cuando debían de hacerlo, totalmente protegidas, al principio con EPIs, pasando los días ataviadas con bolsas de basura. 

Angy tenía la sensación de que el personal sanitario, ante el desconocimiento y la desprotección frente al virus, hacían parada en bóxer, como en la F1, aunque siempre se mantuvo el trato amable y cercano, les agruparon por gravedad y les dieron una tarjeta de televisión gratuita, lo que para un paciente ingresado a quien se le hacen las horas eternas es de agradecer.

Cada mañana, tarde y noche les pedía desde un altavoz tomarse ellas mismas las constantes, la saturación de oxígeno en sangre. 

Finalmente llegó la hora del alta, al mejorar las placas radiológicas este martes,WhatsApp Image 2020-04-01 at 12.42.51WhatsApp Image 2020-04-01 at 12.41.43 y Angy pasó al autoaislamiento, esta vez en la habitación de su domicilio hasta este mismo viernes, cuando al fin podrá relacionarse con sus familiares, eso sí, dentro de su domicilio.

Esta luchadora ha vencido al virus y será un ejemplo a seguir y repetir por otro muchos cordobeses.

El testimonio de Angy, la joven cordobesa que le ha ganado la batalla al coronavirus