jueves. 25.04.2024

Con el país en estado de alarma, declarado para frenar la expansión del coronavirus, los hogares se convierten en el refugio más seguro ante el riesgo de contraer la enfermedad. La recomendación general es no salir a la calle o hacerlo solo lo imprescindible, como puede ser para hacer la compra o acudir a la farmacia. Hay que evitar el contacto con otras personas a toda costa. Aunque solo de manera física, porque esta situación de crisis también ha multiplicado las muestras de solidaridad con los grupos más vulnerables, como ancianos, enfermos crónicos o inmunodeprimidos. 

Para que no tengan que salir a la calle, se han creado redes vecinales en diferentes puntos de España. También están proliferando las iniciativas individuales. En muchos portales han comenzado a aparecer carteles en los que los vecinos se ofrecen de manera totalmente altruista para ayudar a estas personas. 

Además de estas iniciativas individuales,  en Madrid también se ha creado un sistema organizado, que reúne a más de 500 personas que actúan por distritos a través de grupos de Whatsapp. En ellos explican dónde viven, qué disponibilidad tienen para ayudar y también qué respaldo necesitan.

En estos momentos hay grupos en barrios madrileños como Usera, Chamberí, Latina o Puente de Vallecas. Se están formando apoyados en buena parte de los casos en los colectivos organizados previamente, desde grupos feministas a ecologistas o agrupaciones vecinales.

Hasta ahora se organizan así: solo deben prestar ayuda personas que no estén en riesgo ni tengan síntomas y hay normas de seguridad para no contagiar a quienes están aislados: llamar al timbre y dejar la compra o los medicamentos en el felpudo, donde también se recupera el dinero de los recados.

En estas redes telemáticas, que se unen a las ofertas en plataformas de segunda mano o iniciativas como "Tienes Sal", algunas personas se plantean otros tipos de asistencia, como sacar a pasear a los perros de los ancianos o preparar concursos de dibujo telemáticos para los niños. Urgen tareas como imprimir panfletos para repartir en edificios y farmacias.

La dificultad ahora es llegar a quien lo necesita y no navega por las redes. "Tenemos localizadas algunas personas que las conocemos, hay mucha gente a la que no. Hay que hacer un trabajo de campo desde cero, vamos a ir portal a portal y contactando con los pequeños comercios que son los que tienen la información", explica a Efe Miguel, miembro del grupo creado en Chamberí.

En Oviedo, un grupo de personas desde hace años da desayunos y meriendas solidarias en el Oviedo Antiguo para familias sin recursos se ha movilizado para reconvertir su actividad y seguir apoyando tanto a esos colectivos como a los ancianos que residen en esa zona de la ciudad.

Ahora, además de reforzar la entrega de alimentos, promueven microrredes de solidaridad para que aquellas familias que tengan dificultades para conciliar puedan dejar a sus hijos con voluntarios que, además, se ofrecerán para ayudar a ancianos a la hora de hacer la compra o bajar la basura y evitar así que tengan que salir de sus casas.

En La Rioja, han sido los médicos jubilados los que se han puesto a disposición del Sistema Riojano de Salud para ayudar en lo que sea necesario y se han incorporado al equipo que realiza las valoraciones y el triaje telefónico, lo que permite que otros efectivos hagan las intervenciones a domicilio.

Y el Sindicato de Bomberos ha creado un grupo con los compañeros que se han ofrecido "para lo que haga falta". Son algunos ejemplos de solidaridad vecinal, esa que aparece en las grandes crisis y que recuerda, en parte, a la reacción tras el 11 de marzo.

Mas de 500 ciudadanos anónimos ponen en marcha redes vecinales para llevar la compra o...