miércoles. 24.04.2024

Isaac Gómez y Aina Gabriel, gerentes del Capicua, llevan más de diez años al frente de su negocio situado en Cerdanyola del Vallés (Barcelona), cuando hace unos días recibieron la peor falta de respeto de estos últimos años.

Después de tener que permanecer cerrados durante la pandemia, el primer día que esta pareja de hosteleros pudo abrir sus puertas con únicamente dos mesas en la terraza, un grupo de jóvenes aprovecharon la ocasión para desaparecer mientras Isaac entraba en el interior del negocio, dejando sin pagar la cuenta de 45,20€. 

Ante tal descontento y tristeza de los dueños, donde  aseguran que no se trata por la cantidad económica sino por la falta de respeto hacia su trabajo, decidieron compartirlo en la red social de Instagram. Este post que publicaron alcanzó muchas interacciones a pesar de no contar con muchos seguidores en su cuenta.

Al día siguiente, mientras recogían las mesas que habían atendido, se encontraron con una sorpresa. Entre una de las sillas se encontraba un sobre que contenía la cantidad exacta de dinero que habían perdido el día anterior con lo sucedido. Este sobre con el dinero iba acompañado con una nota que decía: "Esto lo retomaremos entre todos. Os merecéis lo mejor. Muchos ánimos".

El sobre no contenía ni firma ni nombres, pero los dueños del local pudieron localizar a estos anónimos y generosos clientes gracias a que las personas que ocuparon la mesa habían realizado una reserva telefónicamente . Lo que facilitó que pudieran agradecer tal gesto de generosidad. 

La filosofía del restaurante es poder ofrecer un producto de calidad acorde con un buen precio y proximidad posible. Lo que aseguran que la cuenta no era exagerada para lo que consumieron, aseguran ambos dueños. 

Isaac confirmó que las personas anónimas que dejaron aquel sobre se trata de una familia que van por lo menos una vez al año a comer a su local.

Con este gesto de generosidad, Isaac y Aina, quisieron compartirlo en Instagram para agradecer a estas personas "anónimas" su gesto. 

Un "simpa" que fue devuelto con la generosidad anónima