viernes. 19.04.2024

El Ayuntamiento de Barcelona ha atendido a la demanda que una vecina octogenaria lleva reclamando mucho tiempo. La parte alta de la ciudad alberga algunas dificultades para las personas mayores con problemas de movilidad. Con la intención de ayudar a sus vecinos y ganar autonomía, esta mujer de 89 años ha logrado subvertir los problemas de accesibilidad que presenta el transporte público en Barcelona. 

La Vanguardia ha recogido la historia de esta Montse García, una mujer capaz que ha hecho de la vitalidad un aliado para mejorar la calidad de vida de su barrio Putxet i el Farró, en el empinado distrito de Sarrià-Sant Gervasi. La peculiar orografía de sus calles no la amedrenta de ningún modo, no le empuja a quedarse en casa mirando la televisión. En cuanto tiene una oportunidad agarra su fiel bastón y...

El problema son las aceras, los bordillos, los obstáculos que brotan a su paso... y sobre todo la parada del bus de barrio 131, que hace años que la lleva por el camino de la amargura. Porque Montse agradece el funcionamiento del 131, del bus que la lleva aquí y allá, pero se queja de las dificultades para acceder desde la parada más cercana a su domicilio, en la calle Hurtado con Espinoi. Montse necesita una plataforma.

“La acera está muy baja y en muy mal estado –se lamenta Montse–. Y me resulta de veras muy difícil moverme cuando subo y bajo del bus. Tengo miedo de caerme”. En realidad, sus temores y dificultades son los de buena parte de la ciudadanía. La pirámide de población de Barcelona es cada día más cabezona, cada día somos todos más mayores... Montse, con dos hijos y ocho nietos, suele usar el 131 para visitar a sus familiares, dirigirse al centro de Barcelona o ir a comprar. “Es un transporte muy demandado y hay otras personas mayores que lo utilizan –agrega esta vecina del Putxet i el Farró–. No es un capricho mío. Mucha gente necesita esta plataforma”. Esta línea cubre el recorrido desde el Putxet hasta la plaza Alfons Comín, en la Bonanova.

Montse no podía quedarse de brazos cruzados. En abril del año pasado se desplazó hasta el Ayuntamiento de Barcelona, en la plaza Sant Jaume, para solicitar la instalación de una plataforma fija en la parada. Después de rellenar la instancia, el Consistorio le contestó por correo electrónico a principios de marzo del 2019 que estaba estudiando la petición, y un mes más tarde recibió otra notificación informándole que su solicitud todavía estaba en proceso.

“Y después me dijeron que cuando se tuviera disponibilidad del mobiliario se mejoraría la accesibilidad”, recuerda Montse. Y con su paciencia ya mermada tras una larga espera sin resultados, Montse volvió a la carga y a reclamó otra vez la plataforma en cuestión.

Pero lo que Montse desconocía es que su petición no había caído en saco roto. Y es que la comunicación no es uno de los puntos fuertes del Ayuntamiento de la capital catalana. Fuentes municipales, sin dar más detalles, se limitan a señalar que “está prevista la instalación en breve” de la plataforma en la parada.

 

Montse, a sus 89 años, consigue hacer más accesible el autobús de su barrio