viernes. 29.03.2024

En una de las salas del call center instalado en el Cuartel General de la Unidad Militar de Emergencias, un grupo de militares llama simultáneamente por teléfono a personas que han dado positivo en COVID-19. Tras confirmar que se han hecho una PCR y que conocen el resultado de la prueba, se interesan por su estado de salud, sus posibilidades de conseguir alimento y medicación o si son personal de riesgo por tener patologías previas o una edad avanzada.

A partir de ahí, les preguntan sobre sus contactos recientes, con quién han estado desde dos días antes de tener síntomas o, si son asintomáticos. Hay que localizar a estas personas e informarles de la obligación de ponerse en cuarentena para, así, cortar la línea de transmisión de la enfermedad. Los militares se han convertido en rastreadores y su misión es evitar que la enfermedad se propague sin control. Saben que su cometido, en esta fase de la pandemia, es fundamental y que cuanto más rápido actúen, más vidas se salvarán.

Mientras ellos llaman, un teniente enfermero se acerca a cada uno de los puestos para resolverles dudas sanitarias y ayudarlos con los interlocutores más sensibles. Junto a ellos, el jefe de la Unidad de Verificación Epidemiológica mantiene contacto permanente con la Comunidad Autónoma de Madrid, institución que ha enviado a dos especialistas para explicarles cómo funciona la aplicación informática con la que trabajan o cualquier otra cuestión sobre su labor. Es 11 de septiembre, el primer día de estos militares como rastreadores y todo está saliendo según lo previsto.

Forman parte de la operación Misión Baluarte puesta en marcha por el Ministerio de Defensa y de cuya dirección se ha hecho cargo el nuevo jefe del Mando de Operaciones, el teniente general Francisco Braco. Desde la base de Retamares (Madrid), al igual que sucedió con la operación Balmis, se coordinan de nuevo todas las intervenciones de las Fuerzas Armadas, incluido el trabajo de los rastreadores ya disponibles.

El Ejército, un valor seguro de España en la lucha contra el COVID-19