viernes. 29.03.2024

Milagros o más bien conocida como Mila, llegó a Barcelona desde Galicia. Después de casarse en 1962, se puso a trabajar junto a su marido, ya fallecido, en un quiosco vendiendo dulces y caramelos. Ahora punto de cumplir 90 años, se cumplen 60 desde que lleva regentando este pequeño quiosco en el barrio de Sant Antoni.

Todavía no le ve fin al quisco y no tiene previsto retirarse. “Quiero trabajar, me da alegría, y que no me falte la comida y tener los gastos pagados”, comentaba. “No hago más porque no puedo, no tengo fuera física”.

Y es que este quiosco se ha convertido en punto de encuentro para los vecinos. Generación tras generación acuden a este sitio para comprar sus dulces favoritos. Incluso ha puesto un par de sillas para conversar con quien quiera. Mila es una persona muy querida y conocida entre los vecinos del barrio. “Todo el mundo la conoce y se hace querer”, aseguran los vecinos.

Además, para ella es un sitio en el que se encuentra cómoda y pasa el día. “Para estar sola, vengo aquí y me distraigo” afirmaba, al mismo tiempo que añadía que “aquí estoy contenta, a gusto, y además tengo una pequeña televisión en la que miro telenovelas, películas, noticias…”. Ella es su propia jefa y ajusta su horario a lo que mejor le convenga. Pero normalmente suele abrir a las 11 de la mañana hasta las 15:00 que es cuando hace un descanso hasta las 17:00. Y suele cerrar el quiosco a eso de las 21:00.

Milagros, la mujer de 90 años que lleva seis décadas vendiendo golosinas