viernes. 19.04.2024

Hay momentos de la historia en los que la incertidumbre y los temores alcanzan una dimensión tan formidable que corremos el riesgo de quedarnos paralizados y abandonarnos, dejarnos llevar por los acontecimientos. Es en esos momentos, en las situaciones en las que las amenazas son mayores, cuando más importante resulta recordar quiénes somos, cuál es nuestra misión y cómo debemos responder. 

La crisis de la Covid-19 ha desatado en los últimos meses uno de esos episodios que nos ha puesto a prueba a todos. A las personas, a las autoridades, a las instituciones, a las empresas. Telefónica no ha sido ninguna excepción. Se ha enfrentado a un evento desconocido y abrumadoramente incierto, pero lo ha hecho con la determinación y la responsabilidad que le otorgan los 96 años de historia que ha cumplido precisamente durante la pandemia. 

Como expone el presidente de la compañía, José María Álvarez-Pallete, “en los momentos de incertidumbre, los valores tienen que ser la brújula que marque nuestros pasos”. Y en el caso de Telefónica la brújula que ha marcado el camino ha sido su misión: “Hacer nuestro mundo más humano conectando la vida de las personas”. 

“Esa fue precisamente nuestra respuesta”, defiende Álvarez-Pallete. “Y gracias a la claridad en nuestra misión y en nuestros valores, esta crisis ha sacado lo mejor de Telefónica. Nunca nuestro propósito ha tenido más sentido”, remata.

Un propósito que ha perseguido mantener las comunicaciones y la conexión entre las personas, para evidenciar no sólo la relevancia que la tecnología y las telecomunicaciones tienen en nuestras vidas, sino para constatar que es la vida misma la que circula a través de ellas. Pero Telefónica no se ha limitado a ese terreno, el de la tecnología y las telecomunicaciones, que al fin y al cabo es lo suyo. Aferrada a su misión, la compañía ha tenido claro que lo suyo es lo de todos, y que debía ponerse al servicio de la sociedad en todo cuanto pudiera.

Por eso, en contacto y colaboración directa con las autoridades sanitarias y políticas, Telefónica se ha volcado en ayudar con el objetivo de ser útil a la sociedad. Las iniciativas han sido constantes, partiendo de la aportación de 25 millones de euros para la compra de material sanitario. La preparación, el conocimiento y la agilidad de la empresa y sus equipos quedaron patentes cuando la gravedad de los efectos de la enfermedad obligó a levantar en Madrid, en Ifema, el mayor hospital de campaña de Europa. No había tiempo que perder, y en cuestión de horas los profesionales de Telefónica desplegaron la red de datos para proveer de conectividad al Hospital Temporal de la Comunidad de Madrid en Ifema y a los 11 hoteles convertidosen hospitales en Madrid para luchar contra la enfermedad. 

Telefónica también dio lo mejor de sí misma para comprar y traer a España 150 toneladas de material sanitario. Con un equipo de trabajo que involucró a 10 áreas de la compañía y movilizó a 50 personas, recurrió a su experiencia de realizar compras en Asia y gestionar las complejas cadenas logísticas globales para adquirir y suministrar los equipamientos más necesarios en cada momento. Como los 52 respiradores invasivos, los más precisos en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI), provenientes de China. En 100 horas pasaron de la fábrica a salvar vidas en los centros hospitalarios. Juntos a ellos, también compró y repartió material de protección y test PCR, en un flujo que se ha mantenido abierto siempre con la intención de ofrecer toda la ayuda posible.

Ha habido más. Fundación Telefónica ha lanzado junto a Cruz Roja la iniciativa #SumaFuerzas, que incluye la donación de 500.000 euros destinados a la creación de espacios de confinamiento de personas sin hogar y a la entrega de bienes básicos a personas en situación de especial vulnerabilidad. Fundación Telefónica también ha puesto a disposición de Cruz Roja a sus 13.000 Voluntarios Telefónica de España. Y a través de ProFuturo, el programa de educación digital impulsado por Fundación Telefónica y Fundación la Caixa, ha donado 10.000 tabletas a familias en situación de vulnerabilidad con hijos en edad escolar, para que los niños pudieran continuar sus estudios desde casa, y a hospitales y residencias para que los enfermos y ancianos ingresados en estos centros pudieran comunicarse con sus familiares. Al mismo tiempo, las labores de voluntariado, todo un emblema de los valores de Telefónica, han sido continuas para apoyar a los colectivos vulnerables.

Telefónica, además, colaboró en la creación y el lanzamiento de la aplicación móvil oficial de autodiagnóstico e información, AsistenciaCOVID-19, y sigue poniendo su tecnología al servicio de la ciencia para colaborar en la investigación contra el coronavirus. Como muestra, Telefónica ha ofrecido a de Folding@home (FAH o F@h), una iniciativa de la Escuela de Medicina de St. Louis de la Universidad de Washington para la investigación de enfermedades, la capacidad de cómputo o procesamiento de 107 servidores repartidos en diversos países donde la operadora está presente.

Estas acciones han salido del mismo corazón de Telefónica. De su misión, sus valores y sus empleados. Y todas las actuaciones, por el fin que han perseguido, han alimentado el orgullo de pertenencia, el sentido de formar parte de una organización que, llegado un momento tan crucial y exigente, ha dado el paso al frente que le corresponde por función y responsabilidad social. Porque Telefónica es consciente de que la razón de ser de una empresa es producir riqueza y aportar valor a sus accionistas, pero también a toda la comunidad de la que forma parte. No puede ser de otra forma.

Por todo ello, la compañía afronta ahora la Junta General de Accionistas del 12 de junio con la satisfacción del deber cumplido y con el firme convencimiento de que esta vocación de servicio y de contribuir a ‘hacer un mundo más humano conectando la vida de las personas’ siempre conducirá su actuación. Pese a enfrentarse a una situación tan incierta e inédita como la generada por la Covid-19, Telefónica no ha tenido que improvisar. Para cumplir con su responsabilidad social, le ha bastado cumplir con su propósito de compañía. 


 

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