Sin embargo, resultó ser una falange del dedo pulgar, que pertenecía a un vecino de la zona que había perdido el dedo en un accidente laboral días antes. La camarera y sus colegas alertaron a la Policía, temiendo un posible crimen.
La Policía identificó al propietario del dedo mediante sus huellas dactilares y descubrió que vivía a poca distancia de la cafetería. Los agentes se dirigieron a su domicilio, donde confirmaron la historia: el hombre había perdido el dedo en un accidente, y su esposa, en un acto jocoso, había decidido llevarlo a casa, pensando en enmarcarlo.
Sin embargo, el dedo terminó en el bolsillo de la mujer y, sin darse cuenta, cayó en el establecimiento donde fueron a desayunar. Aunque la situación fue desconcertante, todos los implicados mantienen el buen humor, deseando una pronta recuperación al afectado y recordando el incidente con una sonrisa.