Debido a la situación de pandemia que atravesamos, la investigación está a la orden del día. Un estudio liderado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) informa que según los estudios realizados el microbioma intestinal, compuesto por el conjunto de genes que forman parte de las bacterias intestinales presentes desde el nacimiento, protege a los ratones con predisposición genética a desarrollar leucemia.
Esto supone el estudio de nuevas herramientas capaces de prevenir la enfermedad en los niños con riesgo genérico de padecerla.
La investigación del microbioma constituye todavía un campo profundo de estudio, donde muchos de los proyectos afirman que la relación entre los microorganismos y el material genético puede suponer un papel fundamental a la hora de desarrollar enfermedades neurológicas o inmunitarias.
La leucemia infantil más común es la leucemia linfoblástica aguda de células B precursoras, causada por la susceptibilidad genética del recién nacido combinado con la exposición a ciertas infecciones tras el parto.
Isidro Sánchez-García, investigador del Centro de Investigación del Cáncer del Instituto de Biología Molecular y Celular del Cáncer (CIC-IBMCC), centro mixto del CSIC y la Universidad de Salamanca, asegura que “aunque se conocen determinados factores implicados en el desarrollo de la leucemia infantil, como la exposición a estímulos infecciosos, resulta fundamental profundizar y describir con precisión por qué, a pesar de tener esta predisposición, no todos los individuos desarrollan la enfermedad”.
Recientemente se ha averiguado que, los ratones que presentan predisposición genética y son tratados a edad temprana con antibióticos, son capaces de alterar su microbioma. Es decir, se produce un cambio en su composición mediante el cual se puede inducir la leucemia, incluso en ausencia de estímulos infecciosos.
Según un investigador del CSIC, “se observa que en estos ratones los microbios intestinales son distintos a los que tienen los animales no susceptibles a la enfermedad. De hecho, sería posible identificar la predisposición genética de un individuo caracterizando su microbioma”.
Estos resultados indican que el desarrollo de leucemia lingoblástica en los ratones con predisposición genética está relacionado con la falta de ‘microbiota comensal’ — producida normalmente en el intestino— que con la presencia de bacterias específicas.
Actualmente se están produciendo estudios a gran escala con el fin de poder seguir avanzando en esta investigación. Si esta teoría se confirma se podría determinar una modificación del microbioma en los niños con predisposición genérica a la leucemia linfoblástica aguda de células B, como un posible método de cura. “Un posible tratamiento podría ser administrar la microbiota comensal, principalmente lactobacillus, a los ratones susceptibles para poder prevenir el desarrollo de la leucemia”, finaliza Sánchez-García.