viernes. 29.03.2024

En estos últimos meses de desarrollo y comienzo de la distribución de la vacuna contra la Covid-19 muchos han visto una luz de esperanza y puede que un fin o una prórroga a la pandemia, no es el caso de Emma, una niña de siete años de Badajoz que por una enfermedad congénita lleva aislada desde principios de marzo y todavía no cuenta con la información o el tratamiento necesarios para poder llegar a final de su confinamiento.

La pequeña padece una cardiopatía congénita la cual la hace paciente de "alto riesgo mortal" a su exposición al coronavirus. Emma ha tenido que limitar casi por completo sus salidas a la calle y reducir sus contactos a su madre, el marido de esta y su hermana. "Salimos a dar un paseo de vez en cuando con todas las medidas de seguridad, pero siempre a horas y lugares que sabemos que no van a estar concurridos", cuenta la madre de Emma.

Debido a las limitaciones de sus salidas, Emma no ha podido comenzar el nuevo curso en septiembre como el resto de sus compañeros, lo que ha preocupa a su entorno debido al severo aislamiento que supone esto para alguien tan joven. Para solucionar esto el médico de cabecera junto con la cardióloga de Emma, emitieron un justificante para excusar la ausencia de la niña en el aula. Esta atiende ahora a las clases proporcionadas por la plataforma Programa Proa Plus, la cual ofrece apoyo educativo domiciliario a estudiantes de Primaria y Secundaria que no pueda recibir formación presencial. A mayores Emma cuenta con una profesora particular la cual acude a casa lunes, miércoles y viernes durante dos horas para impartir las asignaturas de Lengua, Matemáticas, Ciencias Sociales y Ciencias Naturales. 

Emma es una niña muy activa a la cual le encanta la actividad física y en la normalidad previa a la pandemia practicaba educación física y gimnasia rítmica, las cuales nunca supusieron un impedimento a su salud, su madre ha comentado como le preocupa que esta situación de movilidad y desarrollo haya cambiad tanto. Otra situación que preocupa a Zaira y al entorno de la pequeña es su salud mental y madurez emocional, desde diciembre Emma, la cual no ha dejado de ser una niña feliz, sufre episodios de tristeza y ataques de ansiedad debido a la falta de contacto con otras personas ajenas a su círculo, esto podría suponer un peligro en su desarrollo como adulto ya que como ha comentado el psicólogo sanitario infanto-juvenil Alberto Blanco, del Colegio de Psicólogos de Extremadura, esas son las edades donde entrenamos los escenarios y contextos que viviremos más tarde como adultos. "Si una persona no entrena eso, no va a aprender a ser un adulto y podría tener patologías relacionadas con la depresión, la ansiedad y otros trastornos", explica el doctor.

A la situación emocional se le han sumado las dolencias físicas debido a la poca actividad física a la que la niña tiene acceso, Emma se cansa más a menudo y se contractura con facilidad. Esto podría mermar la capacidad física o la agilidad mientras que una actividad física regular podría ayudar  Emma no solo con esto sino también a reducir episodios de estrés o ansiedad.

La solución a la dolencia de Emma tanto física como mental aún se desconoce, la familia ha recibido contraindicaciones de algunas de las vacunas que ya se han empezado a comercializar mientras que del resto no tienen noticias se estima que no llegarán a corto plazo. "No sé qué decir a mi hija cuando me pregunta cuándo se va a ir el virus. ¿Hasta cuándo va a tener esta vida que no es vida? ¿Sabes lo que es vivir sin saber cuándo acabará esto?". Zaira la madre de la pequeña no ha pardo de luchar para encontrar un tratamiento certero para la situación y para esta lucha tampoco habrá un final hasta que Emma obtenga soluciones.

Emma, la pequeña paciente de riesgo confinada desde marzo, pide ayuda para mejorar su...