jueves. 25.04.2024

Las localidades de la costa conviven con el riesgo de que algunos de sus habitantes se salten el estado de alarma para dar un paseo por la playa, tomar el sol o darse un chapuzón en el mar... y de que los ciudadanos de las grandes ciudades acudan a sus segundas residencias.

Barbate (Cádiz) es uno de estos destinos turísticos costeros que tiene que guardarse las ganas de sol, chiringuitos y mar hasta que pase la cuarentena por el coronavirus. No hay ningún caso positivo entre sus 20.000 habitantes.

Esto lo han conseguido gracias a que la población se ha tomado el confinamiento muy en serio: “La gente está haciendo bien el confinamiento, saliendo a comprar lo necesario”, asegura uno de sus vecinos. “Desde el primer minuto han ido con altavoces, por las calles diciendo que la gente no salga”, añade otro.

Desde que comenzó el estado de alarma, se cerraron todos los establecimientos y las playas, algo que se comunica a diario por altavoces. Además, la policía está realizando controles para impedir entrar a la localidad a aquellas personas que no tengan su primera residencia en esta localidad costera.

A ello ha contribuido la posición de su alcalde, Miguel Molina Chamorro, que se ha anticipado en la aplicación de férreas medidas de control.  Incluso en vísperas del puente de Semana Santa remitió una misiva al Subdelegado del Gobierno de Cádiz, José Pacheco, para que controlara los desplazamientos de propietarios de segunda residencia.

En la citada carta muestra su indignación, y la de toda la población y la propia comarca, ante la presencia de turistas que acuden a su segunda residencia aprovechando la Semana Santa y poniendo en riesgo a la población de estas localidades.

Miguel Molina pidió la autorización para que se limitara al acceso a sus pueblos e incluso llegó a plantear, en su escrito a Pacheco la utilización de las fuerzas armadas para impedir la salida de estos turistas de sus residencias habituales.

Barbate, la localidad costera con más de 20.000 habitantes que no tiene casos de...