viernes. 29.03.2024

La tasa de muertes en Suecia por coronavirus supera, de forma significativa, la de muchos otros países europeos y en concreto, la de sus vecinos nórdicos, según la Universidad Johns Hopkins. Suecia ha alcanzado un total de 22.000 casos de Covid-19, con 2.653 muertos en una población de 10,3 millones de personas. Es decir, 22 muertos por cada 100.000 personas. Un notable contraste con Dinamarca que, por el mismo número de residentes solo tiene solo siete muertos. Y en mejor situación están incluso Noruega y Finlandia, con menos de cuatro muertos por cada 100.000 habitantes. 

Estas cifras han acentuado la desconfianza hacia Suecia que, inusualmente, se ha desmarcado, no solo de lo que ha hecho la mayoría de Europa frente a Covid-19, sino también de sus vecinos nórdicos con los que tradicionalmente comparte políticas comunes, hasta el punto de responder ante numerosos asuntos como un solo bloque.

De hecho, todos son parte del Consejo Nórdico, la organización interpalamentaria en la que, desde 1952, participan y cooperan Islandia, Dinamarca, Finlandia, Noruega y la propia Suecia. 

Pero el vecino sueco esta vez va por libre. Mientras que el resto de Europa y buena parte del mundo se somete a confinamientos y restricciones más o menos rígidas, los suecos siguieron yendo a sus lugares de trabajo. El teletrabajo fue solo una recomendación. Pero también pudieron seguir en las calles, parques y mantuvieron las cafeterías y restaurantes abiertos. Por el contrario, noruegos y daneses, sus vecinos más próximos, se encerraban en casa y cerraban locales y espacios públicos. 

Suecia sólo compartió con ellos el cierre de peluquerías, estaciones de esquí y de manera parcial, el de los colegios. Vetó solo las reuniones de más de 50 personas y visitas a residencias de ancianos, pero no cerro sus fronteras y respecto a los viajes, se limitó a desaconsejar los innecesarios. 

"Todos nosotros, como individuos, debemos ser responsables. No podemos legislar y prohibirlo todo. También es cuestión de sentido común, declaró el primer ministro, Stefan Löven.  Pese a la excepcionalidad de su gestión y al mayor número de muertos respecto a sus vecinos nórdicos, los suecos han incrementado su apoyo al líder del partido socialdemócrata, ignorando las críticas del SD, (Demócratas de Suecia) de extrema derecha, así como las de una minoría de científicos.  

Según la encuesta del instituto Novus, en solo un mes, se ha disparado en 18 puntos la confianza en el Gobierno de Löven, que sigue firme en su estrategia de imponer y prohibir lo menos posible y confiar en la responsabilidad individual de las personas, prescindiendo de medidas coercitivas como multas o arrestos. 

El 'relax' sueco no tardó en inspirar envidias entre las sociedades sometidas a confinamientos rígidos, pero también críticas y suspicacias. Quien más quien menos, en el resto de Europa y en la región nórdica, los tildó de idealistas, cuando no de imprudentes. 

Tampoco faltó la reacción en las redes sociales, que se hicieron eco del caso sueco con abundantes memes sobre la frialdad de su vida social considerada ya, en un cierto modo, preventiva y profiláctica frente a cualquier contagio. Exageraciones aparte, nada tienen que ver sus rutinas sociales con las de los países del sur de Europa, tanto en el mantenimiento de las distancias físicas como en lo inusual del contacto directo o los besos como saludo. 

Suecia también recibe elogios y llega a calificársela de visionaria. Entre otras cosas, sus medidas flexibles no la han colocado entre los países de mayor mortalidad, ni siquiera de aquellos con confinamientos férreos como España o Francia. Por otra parte, su economía va mejor que en cualquier otra parte de la zona euro e incluso la OMS empieza a sugerir que Suecia podría ser un "modelo para el futuro".

El principal experto en emergencia sanitarias de la OMS, Michael Ryan, aclaró que las políticas de distanciamiento social promovidas en Suecia por lo general se malinterpretan y puntualizó que su acierto ha sido alentar la participación voluntaria de los ciudadanos y colaborar con ellos para así poder concentrar y dirigir los recursos hacia las poblaciones en riesgo. 

Por lo que respecta a las ventajas para la economía, este laissez faire ha evitado el frenazo brusco de la actividad productiva y ha permitido conservar el empleo. Según el informe de JP Morgan del pasado viernes, su economía va mejor que cualquiera de los países de la zona euro. Su contracción será del 2,4% para el primer trimestre de 2020 y del 13,7% para el segundo.

Porcentajes muy inferiores si se comparan con el 4% y el 17,3% para la zona euro; 31,1% para Alemania; y 4%y 21,4% para Francia. España, por su parte, ha reconocido que la economía sufrirá una caída histórica este año del 9,2% y el paro subirá al 19%. 

El pasado 27 de abril, Ann Linde, ministra sueca de Exteriores, declaraba al periódico The Guardian que todavía es muy pronto para juzgar la estrategia de Suecia frente al Covid-19.  "Tenemos más o menos los mismos objetivos que cualquier gobierno y, como siempre decimos, estamos perfectamente preparados para adoptar normas más vinculantes si la población no nos acompañase".

La responsable sueca de Salud reconoció también que su mayor error fue permitir el contagio de las residencias de mayores. Según la Agencia Sueca de Salud, el 26% de la población de Estocolmo, la capital, estaría infectada a primeros de mayo, considerando que el pico de propagación de infección ya había pasado.  

Anders Tegnell, epidemiólogo y responsable sueco de emergencias sanitarias, afirmó el 24 de abril, que su enfoque siempre aseguró, como mínimo, un 20% de camas disponibles para cuidados intensivos. Tegnell, que se ha convertido en una de las figuras más populares de Suecia, se mostró confiado en que su país pueda resistir mejor una eventual segunda ola de Covid-19. 

Suecia, el "modelo para el futuro" que apostó por no confinarse ante el Covid