jueves. 18.04.2024

¿Imaginas un sociedad en la que de la noche a la mañana crece más del doble el número de personas con discapacidad física? Entre 4.000 y 7.000 personas tuvieron que ser amputadas de alguna de sus extremidades tras el terremoto que azotó Haití en 2010. Son los llamados kokobes, según informa Fepamic.

De repente a muchas personas les cambió la vida y la adaptación no está siendo fácil. Culturalmente, las personas con discapacidad en este país siempre han sufrido discriminación, dificultad de acceso a los servicios básicos y al mercado laboral. Es un país donde los kokobes (amputados) siempre han sido estigmatizados. Y después del seísmo, mucho más.

Para los que tienen estudios o formación parece imposible poder acceder a un empleo, pero para quiénes tienen alguna discapacidad es peor. “Aunque ellos reclaman a través de los medios de comunicación que son útiles para la sociedad”, afirma Dieujuste Jimmy, un haitiano que colaboró en la reconstrucción del país después de la tragedia. Él confirma que es muy difícil la adaptación de estas personas en a la sociedad y que muchas de las personas afectadas eran intelectuales y personas con un buen puesto de trabajo con cargos directivos. Ellos han perdido todo de un día para otro pero incluso este estigma se ha extendido hacia la familia y el entorno de la persona que ha sufrido este cambio.

Diez años después del terremoto, las infraestructuras siguen destruidas y en el recuerdo de los haitianos aún no se han recuperado del duro golpe. Y en esa línea, los kokobes se han llevado la peor parte en una sociedad en la que perder una extremidad supone un futuro de pedir en la calle algo de limosna sin acceso a los recursos básicos.

Haití se ha convertido en uno de los lugares con más personas con discapacidad física y la sociedad aún no ha sabido responder adecuadamente ante este hecho.

La difícil vida de los kokobes, haitianos con discapacidad