viernes. 29.03.2024

Biden dijo no. A pesar de que las relaciones entre Estados Unidos y sus socios del G7 no pasaban por su momento, aún había esperanza de que el presidente alargara la fecha de evacuación de Afganistán, más allá del 31 de agosto. Pero la presión ejercida por Alemania, Italia, Francia, Japón, Canadá y el promotor de la reunión virtual, Reino Unido, no ha dado los frutos que todos esperaban para amortiguar la debacle que ya se cierne sobre los civiles afganos.

El "todopoderoso" presidente Biden amenazado por los talibanes sobre la imposibilidad de permanecer más allá de la fecha comprometida, y aconsejado por el Pentágono para salir de Kabul cuanto antes, lo ha dejado claro en la reunión mantenida esta jornada y en la alocución que dio, desde la Casa Blanca, horas más tarde. Estados Unidos abandonará Afganistán tras 20 años de presencia de sus tropas, miles de millones de dólares gastados y más de 250.000 muertos (de los cuales 2.000 son estadounidenses).

Pero las consecuencias para Estados Unidos y su presidencia están siendo mayores de lo esperado.  Especialmente para Biden. La soledad a la que se enfrenta dentro de su propio país por la caótica salida de sus tropas y los errores estratégicos que subestimaron la posibilidad de una rápida toma de poder por parte de los talibanes le han costado, por primera vez, el descenso de sus índices de popularidad por debajo del 50% entre la población. La imagen del abandono de miles de personas en Afganistán a las que se sabe van a asesinar los talibán es insólita en el SXXI. 

A esto deberá sumar el descontento de sus principales socios internacionales que se han visto abandonados por quien, hasta hace poco, lideraba la reconstrucción de un país que, en manos de nuevo de los talibanes, hará temblar el ya frágil equilibrio de la zona. Y todo ello sin mencionar las vulneraciones de Derechos Humanos que ya han empezado en el país bajo el régimen talibán, el sufrimiento de la población civil  y la cercanía del país a los intereses chinos y rusos, que son antagónicos a los de occidente.

El descontento entre los miembros del G7 es manifiesto. Menos de una hora fue suficiente para que los líderes de los países participantes, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leder; el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel; el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres y el secretario general de la OTAN, Jen Stoltenberg, que también estuvieron presentes en la reunión, se dieran cuenta de que no había nada que hacer.

La cuestión ahora es saber cómo evolucionará la situación tras la salida de Estados Unidos y cómo ello afectará al resto de sus socios. Por su parte, Francia ya ha dicho que si Estados Unidos deja Afganistán, este mismo jueves también pondrá fin a sus operaciones. Boris Johnson, que había remarcado la “necesidad de desarrollar un plan claro para crear rutas legales seguras, tratando con los talibanes de manera unificada”, ve su plan en el aire tras la espantada de Biden.

Aun así, Johnson aseguró la acogida de 5.000 refugiados afganos en  los próximos meses  y  un máximo de 20.000 en los siguientes años. También anunció que destinará “de forma inmediata” 286 millones de libras a tareas humanitarias. Wallace, secretario de Defensa británico, declaró horas antes de la reunión que si las tropas estadounidenses abandonaban Afganistán, los 1.000 soldados británicos presentes en el aeropuerto de Kabul no podrían continuar con sus tareas. Y no sólo Wallace, todos los ministros de Defensa de la coalición dijeron lo mismo menos Canadá. 

El único país que ha dicho que mantendrá sus tropas más allá del 31 de agosto es Canadá, a través de las recientes declaraciones de Justin Trudeau, su primer ministro. Aunque en realidad, el presidente norteamericano sólo está llevando a cabo el compromiso electoral que incluyó en su programa, ya desde antes de las elecciones, y que ratifica el acuerdo que inició Donald Trump en Doha y cuya fecha prevista de salida estaba fijada en el 31 de mayo del 2021. Biden ha decido cumplir el acuerdo de Trump haciendo coincidir la salida de Afganistán con el aniversario del próximo 11 de septiembre, sin fuerzas estadounidenses en territorio afgano. Un aniversario que se ha tornado amargo.

“Seguimos de cerca posibles ataques terroristas contra el aeropuerto”, dijo unos días antes en rueda de prensa, mientras aceleraba la evacuación de las tropas y sus colaboradores, iniciada el pasado mes de mayo. De hecho, el contingente de salida ya ha conseguido sacar del país a 70.000 personas en “una de las retiradas más grandes y difíciles de la historia”, añadió.

Para ello, el director de la CIA, William Burns, visitaba Kabul el lunes pasado para entrevistarse con el líder político talibán, Ghani Baradar. Una visita que, según informaciones del Washington Post, aumentaba la preocupación de los miembros del G7 ya que puso de manifiesto que el nuevo gobierno afgano no aceptaría una moratoria para la salida de las tropas estadounidenses.

En este contexto, las opciones tanto de Estados Unidos, como de sus socios, no son muchas. Tendrán que optar entre renovar las sanciones al nuevo gobierno talibán para que respeten los derechos de las mujeres, entre otros, o darles reconocimiento oficial (lo que les permitiría el acceso a la ayuda internacional) sin tener garantías de que no instauren la violencia de nuevo, la violación de los derechos humanos y la represión contra la oposición.

El pesimismo y la desconfianza se ha instaurado no solo entre los talibanes y los países occidentales, sino también entre estos tras la reunión del G7. Como dijo recientemente el presidente de la Comisión de Inteligencia de la Cámara de Representantes, el demócrata Adam Schiff (https://history.house.gov/People/Listing/S/SCHIFF,-Adam-(S001150)/), después de una sesión informativa sobre Afganistán: “No creo que la evacuación pueda completarse en los ocho días que quedan para el 31 de agosto, es muy improbable dado el número de estadounidenses que aún deben ser evacuados”. Algo que si se cumpliera sería la debacle final de Biden.

El G-7 se siente traicionado por Biden