viernes. 19.04.2024

Un estudio publicado en "Infection Ecology & Epidemiology" por un grupo de grupo de epidemiólogos suecos liderado por Ake Lundkvist, de la Universidad de Upsala, los mismos que han estado detrás de los estudios de prevalencia en el país nórdico. Si este caso resulta particularmente interesante es porque muestra la brutal diferencia entre los barrios ricos y los pobres de Estocolmo en la incidencia de la pandemia.

Los autores han tomado como referencia dos barrios de Estocolmo - el de mayor y el de menor renta- para analizar el nivel de contagios de sus vecinos. La conclusión es sorprendente, en el barrio con mayor nivel de renta -Norra Djurgårdsstaden- alrededor del 4% de la población ha desarrollado anticuerpos contra el Covid-19. Un dato en línea con la media del país, de un 6,1%  y semejante a la media española, del 5%. Por el contrario, en el barrio con un menor nivel de renta -Tensa- este porcentaje aumenta hasta el 30%.Una diferencia tan solo comparable a los condados más segregados de EEUU, como mostraba un trabajo recientemente publicado en ‘JAMA’.

La diferencia entre la capital sueca y la capital española no puede compararse rigurosamente. En un mapa elaborado por Datawrapper da una idea de las diferencias sociales en el caso de uno de los confinamientos más estrictos y en el país europeo más relajado pueden haber sido sustancialesIncidencia actualizada hasta el 11 de agosto. Los datos de renta son de 2017.
Fuente: Comunidad de Madrid e INE Descargar los datos Creado con Datawrapper

Östermalm, el distrito donde se encuentra Norra Djurgårdsstaden, es el de menor incidencia acumulada de Estocolmo, con 930 infectados por cada 100.000 habitantes. Es decir, por debajo de cualquier barrio madrileño. Por el contrario, en Spanga-Tensta, la incidencia se encuentra en 1.220 por cada 100.00 habitantes, semejante al distrito centro u Hortaleza. Un dato no obstante bajo que está distorsionado por su unión con Spanga, donde se encuentran barrios de clase media como Bromsten o residenciales como Flysta. Por ello, hay distritos con mayor incidencia como Skärholmen o Rinkeby-Kista.

Mientras España cerró centros educativos, limitó el movimiento de sus ciudadanos, impulsó el teletrabajo y llegó a limitar los empleos no esenciales, Suecia optó por mantener abiertos restaurantes, tiendas, gimnasios y los centros escolares para menores de 16 años, y solicitar a la población que adoptase medidas de distanciamiento físico. ¿Puede haber estado ahí la clave? “En España, muchos de nosotros hemos mantenido el discurso de que dentro del confinamiento ha habido desigualdades, por ejemplo, respecto a quién puede teletrabajar, pero también es posible que este confinamiento haya servido de protección para muchas personas”, responde Pedro Gullón, epidemiólogo y autor junto a Javier Padilla de "Epidemiocracia". 

Esa puede ser la primera moraleja que se desprende de estos datos: que, en un contexto de transmisión comunitaria elevada, las medidas más restrictivas pueden proteger en un grado mucho mayor a las clases más bajas. “Es verdad que entre barrios de Madrid y Barcelona hay diferencias, pero no tan grandes como en Estocolmo, aunque la muestra de su estudio sea pequeña”, prosigue Gullón.

Hay otro factor en juego en la sustancial diferencia sueca. Como recuerda Gullón, muy probablemente no haya en toda España un barrio tan segregado como Tensta. Según los autores del estudio, mientras que en Norra Djurgårdsstaden la población de origen sueco alcanza un 98,4%, en Tensta tan solo es de un 1,1%. Es uno de los barrios donde se produjeron revueltas durante la primavera de 2013 que los llevó a ser comparados con las ‘banlieues’ francesas. Viven alrededor de 20.000 personas de 60 nacionalidades distintas, con unos niveles de pobreza cercanos al 20%. Algunos de los países de origen más habituales son Irak, Somalia, Turquía, Siria, Irán, Grecia, Etiopía, Finlandia, Líbano y Chile. A nadie le sorprenderá descubrir cuáles son los sectores en los que más trabajan: transporte, cuidados y servicios.

Como recuerdan los expertos, las viviendas de mala calidad, pequeñas y mal acondicionadas, son un factor clave. La mayoría de viviendas de Tentsa se construyeron a finales de los años sesenta y principios de los setenta para dar cobijo a los cientos de miles de inmigrantes que llegaban a la ciudad en el plan conocido como ‘Miljonprogrammet’ (el millón de viviendas). Lundkvist y su equipo recuerdan que estas condiciones “de hacinamiento” pueden explicar esta amplia diferencia.

Los autores también aluden a las barreras idiomáticas y culturales: “Una explicación adicional puede deberse al hecho de que la traducción de las recomendaciones de la Agencia de Salud Pública de Suecia acerca de las medidas de seguridad y reacciones al árabe, el tigriña o el somalí se retrasó durante la fase inicial de la pandemia en Suecia”. No se trata únicamente del idioma, como recuerda Trias-Llimós, sino también de la ‘health literacy’, es decir, de la capacidad para entender las explicaciones de los médicos, que se reduce con el nivel socioeconómico. “Cuando no hablan bien el idioma, puede ser que no tengan la capacidad de enterarse bien de la magnitud de lo que está ocurriendo”. Muchos de los vecinos no hablan o entienden el sueco.

Este factor puede haber impactado en un grado mucho menor en España, recuerda Gullón, dados los orígenes de su inmigración: “Compartimos idiomas con los inmigrantes de América Latina, que hablan nuestro idioma, aunque en España también se hicieron documentos adaptados para el este de Europa y el norte de África”. No es que se trate simplemente de un barrio de nivel socioeconómico más bajo como Puente de Vallecas, Usera o Carabanchel, donde impactó más la pandemia al principio, sino que Tentsa se puede clasificar prácticamente de gueto.

Esta distancia no puede permitirnos echar las campanas al vuelo, pues las diferencias entre barrios han existido, siguen existiendo y, lo que es más preocupante, probablemente aumentarán en esa nueva normalidad que tanto se parece al ‘laissez faire’ sueco, y en la que entran en juego el nivel social y económico de las familias. Como concluye Gullón, “ya se está viendo qué empresas y qué tipos de trabajos han presionado más para volver a trabajar, en qué colegios se va a contratar más personal, van a disponer de más aulas… Y todo eso tiene también un eje de clase”.

Cifras de infectados de Covid-19 entre Estocolmo y Madrid dependiendo de la zona y la...