jueves. 28.03.2024

Patrick Mertens es el conserje de 64 años del Colegio de Primaria de Kimball en Minnesota. Este trabajador del centro necesitaba un donante de riñón pero, no les pidió dicho favor a ninguno de sus compañeros de trabajo y profesores del centro para que no se preocupasen en exceso por él, ya que, ya bastante habían hecho por él al organizar una recaudación para financiar su diálisis.

Sin embrago, Erin Durga, profesora de tercero de primaria en la misma escuela en la que Patrick trabajaba, vio el post de Facebook que la hija del conserje había publicado, buscando un donante para su padre. Fue entonces cuando supo que quería ayudar a Patrick, se hizo unos test de compatibilidad hasta descubrir que ella y Mertens eran compatibles para la operación. Los Mertens ante tal gesto se quedaron anonadados, "¿quién se iba a esperar que uno de los profesores diese su riñón por el conserje?", dijo Lynda, la esposa de Mertens.

Cuando Erin Durga era una niña, su padre fue durante 30 años el director de la banda del colegio. Un consejo que atesora por siempre que le dio su padre fue que los primeros con los que debe de llevarse bien y hacerse amigo dentro del colegio son los propios trabajadores del centro, ella se tomó ese consejo al pie de la letra y lo demostró con este bonito gesto.

Durga conoció a Mertens cuando ella se mudó a a Fairheaven, Minnesota en 2011 cuando comenzó a dar clase en el colegio donde hoy en día ambos trabajan. Allí cada tarde, cuando Durga terminaba su trabajo en el centro, Mertens, que también era nuevo en la institución, limpiaba y ordenaba la clase en la que había impartido las lecciones Durga, después de realizar el resto de sus tareas en el edificio.

Al paso de un mes, lo que era una simple sesión de limpieza y trabajo del aula, se convirtió en charlas en las que ambos se conocían mejor y que sus vidas estaban conectadas de otras maneras. En una de esas charlas Mertens contó a Durga que su mujer dirigía una guardería para aquellos niños cuyos padres trabajaban por las mañanas. Las casualidades de la vida llevó a unirles una vez más, pues el hijo de Durga, Rhone acudía a esa guardería por las mañanas cuando su madre tenía que dar clase.

Mertens se dio cuenta de lo grave que era su situación de salud en febrero de 2018, cuando se despertó en medio de la noche con dolor.es marcados Después de una visita a la sala de emergencias, se enteró de que le estaban fallando los riñones. Su médico le dijo que necesitaba un riñón nuevo y que encontrar uno compatible probablemente llevaría de tres a diez años. Lynda Mertens conto que, según le dijeron, su esposo probablemente moriría si no obtenía un riñón nuevo en cinco años.

 

Cuando Durga vio la publicación, creyó que podía ayudar a Mertens, a pesar de no conocer su tipo de sangre. “Sentí en mi corazón, desde el principio, que esto era lo mío”, dijo Durga, quien es madre de tres hijos. "Una vez que decidí que iba ser la donante de Pat, me sentí muy bien al respecto y estuve en paz con eso durante todo el proceso". Para determinar si ella era compatible, Durga se realizó las pruebas desde su casa, porque los hospitales se limitaban a atender a los pacientes con coronavirus debido a la situación pandémica. En junio, se enteró finalmente de que era compatible y tenía luz verde para realizar el trasplante.

Nada más saber la noticia, Durga saltó de su minivan blanca en frente a la casa de los Mertens en South Haven, Minnesota, vistiendo una camiseta sin mangas negra que decía "DONANTE" en el frente. Mertens dijo que por lo general no se emociona, pero que lloró como nunca y la abrazó. Durga también fue la encargada de crear un GoFundMe para costear el tratamiento de diálisis de Mertens.

Menos de un mes después, el 3 de julio, Mertens estaba nervioso conduciendo al Centro Médico de la Universidad M Health Fairview de Minnesota en Minneapolis. Sin embargo, cuando llegó, la compostura de Durga calmó sus nervios. Antes de su cirugía en el cuarto piso, Durga insistió en hablar con Mertens. Los miembros del personal del hospital no cumplieron de inmediato, pero después de múltiples solicitudes, ella pudo hablar con él y asegurarle que el trasplante sería exitoso. Ella tenía razón. Cuando volvieron a hablar esa noche después de la cirugía, Mertens no podía dejar de llamar ángel a Durga. "Le dije a Erin, que cuando me desperté por primera vez de la cirugía, no era nada que hubiera sentido antes", contó Patrick emocionado. "Era una nueva vida".

Durga y Mertens se recuperaron a tiempo para comenzar el año escolar en agosto, vuelta al trabajo donde los estudiantes le dieron la bienvenida a Mertens con un cartel que cada uno de ellos firmó. Siempre que tiene la oportunidad, Durga hace todo lo posible para encontrar a Mertens, generalmente trabajando duro cerca de un baño o en la cafetería para charlar. Durga dijo que su vínculo se fortaleció después de la cirugía. Casi todos los días, se controlan unos a otros, especialmente ahora en la pandemia, ya que saben que muchas personas están luchando con problemas de salud mental.

Mertens ha vuelto a sus actividades favoritas, como cazar ciervos, construir casas para pájaros y conducir su camioneta Ram roja. Está más agradecido de pasar tiempo con sus tres hijos, siete nietos y su labrador amarillo, sabiendo que su suerte podría haber ido al revés.

El bonito gesto de una profesora de Minnesota: Le dona un riñón al conserje de su escuela