Ataviado con un disfraz de policía, el pequeño Oliver ya brinda un gran servicio a la sociedad con apenas siete años. Este niño de Kansas acude dos días por semana a residencias para alegrar a los ancianos.
Allí, con una gran sonrisa en la cara, les alegra el día abrazándoles, regalándoles flores o, simplemente, hablando con ellos para escucharles. Su madre asegura que ya ha repartido más de 15.000 flores a lo largo de su patrulla solidaria.
A Oliver se le ocurrió un día pedirle a su madre que le llevara a visitar un centro de ancianos. Desde entonces no ha parado. De hecho, cuenta su madre, el propósito de año nuevo del niño fue precisamente acudir a estos lugares con mayor frecuencia.
El joven policía del amor se presenta ante los ancianos con candidez y amabilidad, como una visión de futuro: un niño que crecerá bondadoso y comprensivo aunque ya tenga en mente la vocación de defender algo tan estricto como las normas de convivencia y la Ley. Por ello, ya ha recibido una placa honorífica del Departamento de Policía de su ciudad que, por supuesto, están encantados de tenerle ya en sus filas.