miércoles. 24.04.2024

El siguiente filme objeto de análisis, Spotlight, es el fiel reflejo de esa labor fundamental que los profesionales de la investigación desarrollan. Tarea nada fácil que se convierte en protagonista de esta película: seis periodistas del equipo de investigación del periódico Boston Globe, denominado Spotlight, desvelan multitud de casos de pederastia acontecidos dentro del seno de la Iglesia Católica. Estas revelaciones azotan la imagen y fuerza de esta poderosa institución, a pesar de que la archidiócesis de Boston lo intentó disfrazar.

Fue la ciudad de Boston el escenario donde se desenvuelve la trama y se desgranan 90 casos de abuso sexual infantil implicando a sacerdotes, diáconos y algunos obispos que han estado ocultos en el devenir de los tiempos. El grupo de Spotlight se dedicó persistentemente a indagar paso a paso y superar los obstáculos hasta llegar a su objetivo. En este sentido, es de especial relevancia el imprescindible trabajo en equipo que desarrollaron y la actitud de lucha, voluntad y tesón en la tarea encomendada a cada uno de ellos.

El equipo contaba, por un lado, con los periodistas encargados del artículo y, por otro lado, con el liderazgo de Baron, que también jugó un papel detonante: fue él el que supo detectar la posibilidad de una gran historia. Se dividieron el trabajo y cada reportero formuló sus propias hipótesis y habilidades personales, que jugando en la globalidad pudieron descubrir el gran escándalo eclesiástico.

Se retrata a la perfección el análisis crítico del periodismo, pues la investigación acabó ofreciendo de forma minuciosa cada hecho que iba componiendo la historia. Entrevistas en diferentes escenarios a las víctimas, testigos, sacerdotes, abogados, expertos además de métodos como el revisionismo de diarios de la época, recortes, hemerotecas y bibliotecas para contrastar información y fuentes con el fin de conseguir ese principio de veracidad periodística, base de cualquier proyecto. Estas entrevistas jugaron un rol crucial, pues pudieron confirmar que el perfil de víctimas se basaba en menores inmersos en problemáticas familiares que buscaban aliento en los sacerdotes. Me atrevería a decir que hablamos de un tutorial para comprender la urgente necesidad del oficio del periodismo en profundidad en una sociedad donde el poder prima sobre la justicia.

En este sentido, las fuentes que contribuyeron al progreso es otro de los aspectos clave de la historia. Estos profesionales carecían de recursos, factor que les impulsó a ser tenaces y conseguir esos contactos -las denominadas fuentes- que les permitieron profundizar. Continuamente amenazados por las autoridades eclesiásticas, comenzaron un trabajo de esta envergadura sin precedentes, como se dice en la película sin “rastro documental”, simplemente conectaron los distintos nodos de una historia que tanto escondía, gracias a las distintas personalidades que aportaron su visión.

Además, la búsqueda constante de responsabilidades fue elemento crucial. Condujo a saber que la pedofilia no se vivía en casos aislados, sino que conformaba un problema sistemático dentro de la Iglesia gracias a su encubrimiento. De esta manera, redefinieron dos veces la finalidad de dicha información, conforme aparecía más contenido.

La cuestión ética es otro de los enclaves. Los periodistas deciden ir contra sus propias creencias si es lo que requiere conseguir esa investigación, y no quedar mediatizada por ningún incentivo económico de una institución implicada en los hechos.

Estados Unidos fue el comienzo donde se destaparon este tipo de escándalos que, tras el trabajo periodístico realizado en la película, se ha ido vislumbrando en otros países esta lacra tan oculta durante tantos años.

El periódico El País se hace eco de historias de víctimas que han optado por romper el silencio para dar voz y visibilidad de esta pesadilla. Cabe destacar el caso de Manuel Vilar de Castellón en 1982. El sacerdote de su localidad, Antonio Gil, participó en un sinfín de abusos contra este joven. En su día quiso manifestarlo ante sacerdotes y obispado pero el silencio fue la respuesta católica y la medida que adoptaron fue el traslado a su localidad natal, Montán.

Otro de los casos más mediáticos en 2014 fue el de “Romanones” en Granada donde la víctima denunció ante el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) los abusos sexuales sufridos desde sus 14 a 17 años por parte de 10 sacerdotes y 2 laicos.

Centenares de casos similares han ido sucediendo a lo largo de la geografía mundial, denunciados por los medios de comunicación. La Cadena Ser ha realizado un mapa de pedofilia donde se ilustra las distintas naciones donde más casos se han registrado. Fue a partir de 2010 cuando el Papa Benedicto XVI, tras las denuncias llegadas a su papado, declara públicamente la vergüenza que siente la Iglesia Católica ante estas atrocidades.

Benedicto XVI redactó una carta a los católicos de Irlanda, país muy azotado por este fenómeno, donde manifestó su preocupación por estos abusos a menores y elaboró unas directrices ante nuevos casos que pudieran aparecer. Este mismo año, la Conferencia Episcopal elabora un protocolo de actuación con carácter de recomendación para las 70 diócesis españolas donde se expresaba la invitación a las familias de las víctimas a denunciar los hechos ante los jueces.

En 2018 se crea una comisión en la Conferencia Episcopal para analizar estos problemas. No obstante, aún queda mucho camino por recorrer en la transparencia eclesiástica para publicar todos los casos denunciados. En Roma, existe un organismo La Congregación para La Doctrina de la Fe que estudia los casos y decide cómo actuar. Cada año en una memoria de actividades publica el informe anual de casos, pero nunca son reales las cifras.

El Papa actual, Papa Francisco publica textualmente “incluso si se tratase solo de un caso de abuso, la Iglesia pide que no se guarde silencio y salga a la luz de forma objetiva”. Así queda patente que estamos en otro momento para lograr la fidelidad y confianza en esta milenaria institución.

En la actualidad, la Iglesia no mira para otro lado ante estos delitos encubiertos. Se anima a los laicos a denunciar este tipo de hechos y la prensa se encarga de su divulgación. Se ha emprendido un camino de depuración y limpieza en la jerarquía eclesiástica para no debilitar su poder y penalizar los actores implicados, dejando en manos de la justicia la condena correspondiente.

La sociedad debe agradecer a Spotlight la labor de desenmascaramiento de la verdad que, en muchas ocasiones, resulta imposible de descifrar. Supone el primer peldaño en el avance en la investigación de múltiples casos, publicidad y denuncia de realidades impensables dentro del núcleo católico.

La película 'Spotlight', una denuncia a la Iglesia católica