viernes. 29.03.2024

Covid-19, empleo y PIB, términos muy candentes en los últimos cuatro meses. El coronavirus, considerado la mayor guerra sanitaria de todos los tiempos, ha dejado un escenario que augura un trágico futuro. No solo las muertes censadas, los contagios vigentes en la actualidad, que ya en sí suponen un drama social, la evolución económica deja cifras de falta de empleabilidad muy significativas.

Es el caso de los millones de ERTES aplicados por las empresas durante la parada total de la actividad económica. Muchos de ellos se reincorporarán más tarde a sus puestos, pero un alto porcentaje verá destruido su empleo para siempre. ¿Cómo se han gestionado a nivel político los ERTES?

Los ingresos se han efectuado tarde, suponiendo la desesperación de muchas familias que han pasado de una estabilidad fraguada a cero ingresos en sus cuentas bancarias. Desoladora es la situación de miles de hogares sin medios mínimos para subsistir, a la espera de ayudas sociales, subvenciones que den respuesta a sus necesidades básicas y fundamentales.

Como en todos los momentos de crisis de cualquier índole, en este caso, la picaresca española aflora más que nunca. Compañías que han pretendido sanear su contabilidad llevando a sus empleados a ERTE sin encontrarse en condiciones extremas de mantener la plantilla. Esto ha supuesto un desfalco en los Presupuestos Generales del Estado al tener que hacer frente de manera prioritaria a la salud y economía, sin llegar a estudiar cada caso y la viabilidad o no viabilidad de acogerse a esta medida.  

El sector servicios, que supone más del 13% del PIB, aún sigue siendo el más perjudicado de la pandemia. España, país turístico por excelencia, ha padecido en primera línea estas consecuencias. Ha necesitado años para conseguir confianza internacional con un récord de visitantes, y, en este momento, nos encontramos en el punto de mira de la realidad mundial. La marca España se ha derrumbado y dejamos de ser el destino más demandado en el orbe internacional.

Ante esto, es fundamental establecer políticas muy concienzudas de recuperación, crédito, seguridad para atraer como antaño a los ciudadanos de todos los rincones del planeta. Es un ejemplo a seguir la adaptación que Amancio Ortega ha desarrollado con creces en este duro trance, pudiendo mantener el 100% de sus puestos, así como la colaboración económica para sufragar gastos sanitarios.

No nos referimos a un tema político cuando analizamos la situación del empleo español. Sería imprescindible elaborar una Constitución de empleo donde aparezcan las principales medidas que hay que aprobar para generar empleo y activar el consumo nacional.

Es importante no callar las bocas del ciudadano desempleado con ayudas sociales, sino establecer planes estratégicos de inserción laboral que complementen esa ayuda, formación al candidato evitando así la exclusión social que genera el abono de una cuantía para solventar los déficits. Sin un panorama de instrucción profesional y humano, la delincuencia, violencia, e inseguridad ciudadana serán los señores de nuestras calles en los próximos meses.

Y es que, si no nos mata el virus, vamos a morir de hambre.  

ERTES: la encrucijada económica del Covid