viernes. 29.03.2024

En muy pocas ocasiones los ciudadanos tenemos en nuestra mano de una forma tan decisiva poder avanzar hacia un futuro de esperanza y recuperación frente a otro escenario amenazador para nuestro bienestar.

Los gravísimos daños que nos deja esta pandemia, principalmente en número de fallecidos en nuestro país, y colateralmente, de una forma más larvada pero mucho más duradera,  el impacto económico de esta crisis sanitaria en empleo y recursos económicos de un porcentaje muy elevado de familias y personas, requieren una intensa reflexión individual.

Y lo más importante, de ahora en adelante, todo dependerá de nosotros mismos.

No dependeremos de la llegada o no de un avión con toneladas de material sanitario procedente del extranjero, sin dejar de ser importante, ni será tan determinante que las autoridades políticas nacionales, autonómicas o locales, sean del signo que sean hagan las cosas de la manera más correcta posible, a pesar de ser necesario.

Si todos los ciudadanos procedemos de una forma responsable en nuestro comportamiento diario, preservando la distancia física exigible, o manteniendo el rigor en nuestra higiene personal, o utilizando mascarillas cuando vayamos a tener contacto social en cualquier establecimiento público o en zonas especialmente concurridas, venceremos sin duda alguna a este virus amenazante.

Estamos exactamente en ese punto y lo hemos logrado, a pesar de comportamientos irresponsables de demasiados ciudadanos en muchos puntos de nuestra geografía nacional; basta conocer el número de denuncias que en todos los ámbitos territoriales han tenido que imponer los responsables del orden público.

Afortunadamente no dependeremos para sonreir a un futuro de esperanza que nuestros profesionales sanitarios den aún más de si mismos, si es que les queda margen para volver a los estremecedores momentos vividos en las UCIS de un buen número de hospitales hace prácticamente un mes. Sin excluir a los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, voluntarios, conductores, transportistas, farmacias, tiendas de alimentación, y tantos otros.

Porque en este momento ya dependemos de nosotros mismos, gracias a todos los que lo han hecho posible superando el momento más crítico de la pandemia. Y la mejor manera de devolverles en forma de agradecimiento el ímprobo esfuerzo hecho es siendo responsables y no dando margen ni tregua alguna al coronavirus, que está acorralado en este momento.

Pero esta responsabilidad, elemento inherente al ser y al actuar de cada individuo, se refuerza con positividad.

Positividad entendida como confianza y fuerza para construir un futuro mejor, para superar los tiempos de reconstrucción económica y social que se avecinan.

Para ello debemos dejar atrás la crítica gratuita, la revancha, el odio, la división, y cohesionarnos y hacer piña en todo lo que nos une como sociedad.

Porque tenemos amplios motivos para ser positivos en todas las aristas punzantes que nos deja esta crisis.

  • Ya han comenzado cerca de una decena de ensayos en humanos de vacunas con importante probabilidad de eficacia para frenar al Covid-19, de las que a buen seguro alguna de ellas podrá aplicarse el próximo otoño y como mínimo atenuar de forma importante el daño orgánico que causa. Ya se están construyendo más de una decena de grandes fábricas de vacunas sin disponer tan siquiera de ellas

 

  • Nuestros médicos saben mucho más de terapias y fármacos que acortan la recuperación y que incluso reducen la letalidad del virus.

 

  • Tras el desbordamiento que causó el pico de la pandemia, se han puesto en marcha numerosos centros de producción de respiradores, material de protección de sanitarios, protocolos, etc …

 

  • Nuestros hospitales han aprendido la lección y saben ser elásticos en la incorporación de módulos UCI y equipos médicos y auxiliares intensivistas. Hemos aprendido a montar un hospital de campaña para miles de pacientes en tres días, reconocido como único en el mundo.

 

  • Conocemos y una amplísima mayoría de ciudadanos las aplicamos, las medidas de higiene y protección para minimizar el riesgo de contagios. Podemos llegar a aburrir al virus porque no le dejaremos dónde atacar.

 

  • Si, somos más solidarios y en muchas personas se ha producido una transformación interior de lo que verdaderamente nos importa o nos debe importar en un mundo que avanzaba de forma descontrolada.

 

  • La propia responsabilidad individual y solidaridad a buen seguro que nos llevará a que otra de las grandes aristas punzantes que nos deja esta crisis, el grave impacto económico, pueda de la misma manera atenuarse en los próximos meses y años de reconstrucción económica.

 

  • Han sido dos meses de freno en seco de la actividad económica, que utilizando un símil, al igual que un frenazo de 100 km/h a 0 de un autobús con pasajeros en pie nos lleva a lastimarnos y caer a casi todos.  Pero no, no hemos impactado contra nada. Nos podemos levantar, y a pesar de poder existir heridos de gravedad, y otros de menor consideración, podrá ser posible la recuperación aun siendo larga. Y debemos ser solidarios en esa recuperación colectiva.

 

Ser positivos no significa ser ingenuos, ni desdeñar la gravedad de la situación, sino todo lo contrario, identificar y reconocer la magnitud del problema para hacer crecer la esperanza dentro de esa dificultad y el gran sacrificio que puede y que va a conllevar.

Y no, no pensamos en la política. Centremos toda la energía sólo en aquello que esté en nuestras manos y no depende de otros.  Es la hora del individuo. Con positividad y responsabilidad.

EDITORIAL | Positividad y Responsabilidad: Sólo depende de nosotros salir adelante