jueves. 28.03.2024

El fenómeno de Internet supone la gran revolución en el mundo comunicativo, siendo el periodismo uno de los agentes más afectados en los últimos tiempos. Ya anticipó Marshal McLuhan en su obra Comprender los medios de comunicación, que el avance tecnológico supondría una serie de cambios que irán perfilando y controlando los distintos grupos humanos.

El actual panorama mundial se encuentra inmerso en una situación compleja sin precedentes, el conocido coronavirus. Esta crisis de emergencia sanitaria no es más que una evidencia del fenómeno globalizador que alberga en la sociedad internacional.

La multitud de medios digitales, la industria televisiva, la radio y las redes sociales con gran fuerza en la actualidad, han sido protagonistas de un giro radical tras la declaración del estado de alarma. En el ámbito de la comunicación, como en todas las esferas vitales, la sociedad se ha ido adaptando, desde el aislamiento personal a la conexión interpersonal vía digital. Una celeridad en la formación digital de la población ha permitido la conexión internacional que ha generado esta gran pandemia.

No se trata de un asunto de Estado, ni de un país aislado. Todos y cada uno de los habitantes de una nación están interesados en qué ocurre en cada rincón del planeta, y qué consecuencias humanas, económicas, comunicativas… llegará a tener en la vida de cada ciudadano esta nueva era que se ha dibujado en el panorama internacional.

Este interés colectivo no es un proyecto común, sino las consecuencias y las relaciones internacionales que repercuten a todos. La actual inmediatez del ser humano a nivel informativo y universal, no se traduce en la generación de un proyecto común de intereses entre países, sino en la necesidad comunicativa de conocer lo que repercute a cada país por lejano que sea. Como afirma el periodista Pedro Lozano en el Ecosistema informativo, cada es de origen local, pero en función de la universalidad de su valor informativo, se convierte en internacional. Esto es posible gracias a la globalización.

En este mundo globalizado, caracterizado por el papel esencial de las nuevas tecnologías y la ruptura de fronteras y distancia, el periodismo se convierte en un actor determinante para manifestar las diferentes perspectivas complejas que inmiscuyen al ciudadano en los acontecimientos globales.

La sociedad civil dispone de información de cualquier índole en cuestión de segundos para la satisfacción de cualquier deseo informativo, por lo que estas herramientas tecnológicas ofrecen posibilidades inabarcables que, en ocasiones, fomentan la desinformación, todo lo contrario a su objetivo.

La comunicación global no habita de forma independiente, sino está inmersa en un contexto local, comúnmente conocido como “glocalización” donde se cruza lo local, autonómico, nacional llegando a la relación internacional. El COVID-19, que emergió en un contexto local como es Wuhan (China), ha ido trascendiendo paulatinamente en poco espacio temporal a los diferentes países como un radio de comunicación desmesurada en todos los canales al servicio de la información.

Esta es la prueba de que lo local es absolutamente necesario para entender y abordar lo internacional, se trata de ir de lo particular a lo general para ofrecer una visión completa de cualquier historia que merece ser contada. Como reflejo de los acontecimientos transcurridos en los últimos tres meses, el antes y después en la esfera periodística es evidente.

Cuando esta situación crítica finalice, la nueva arena comunicativa de índole internacional confirmará la necesidad vital de Internet y la importancia del espacio digital. En otras palabras, la red reafirmará su labor imprescindible en la sociedad interconectada. Además, tal y como sostiene el periodista Iñaki Gabilondo en una entrevista en Vertele, este trance social ha servido para comprender que la disciplina periodística no ha muerto, “sino que es absolutamente imprescindible para la sociedad. No se puede vivir sin periodismo. Los que creyeron que el periodismo iba a morir, ya han descubierto que no”.

Comunicación post Covid: digitalización inquebrantable