viernes. 06.12.2024

La Asociación Española del Girasol (AEG) asegura que tanto el aceite de girasol convencional como el alto oleico siguen siendo los aceites más competitivos en el mercado español y, ante la subida del precio de los alimentos, se convierte en un básico de la cesta de la compra.

La AEG señala que, según el último Informe de Coyuntura del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, los precios medios del aceite de girasol han bajado, tanto en el caso del refinado convencional (-1,28 %), como en el del alto oleico (-1,26 %), dado que se presume una disponibilidad estable y suficiente de este producto. “El precio ha oscilado alrededor de 1,97€/l en marzo, aunque aún está lejos de 1 €/l del año pasado, antes de la guerra de Ucrania. Por tanto, tanto el aceite de girasol convencional como el alto oleico siguen siendo los aceites más competitivos en el mercado español”, remarca el presidente de la asociación, Juan Fernández.

Por ello, el aceite de girasol es el aceite de semillas más consumido en España, con una cuota de mercado cercana al 30%, y ocupa el cuarto lugar entre los aceites y grasas más consumidos en el mundo, por detrás de la palma, la soja y la colza, si bien estos aceites no se encuentran habitualmente en los supermercados españoles.

El precio no es el único atractivo del aceite de girasol. “El aceite de girasol convencional se caracteriza por una concentración alta de ácido linoleico seguida de ácido oleico. Desde el punto de vista nutricional conviene destacar que el consumo de este aceite proporciona ácidos grasos esenciales (ácido linoleico) y que el contenido en ácido linolénico es relativamente bajo (0,3 %), confiriéndole una buena resistencia a la alteración oxidativa”, explica Fernández quien indica que “el aceite de girasol alto oleico presenta una composición similar al aceite de oliva en un 85%. Esto le confiere una gran estabilidad oxidativa, mientras que permanece líquido en un amplio rango de temperaturas. Los ácidos grasos saturados (palmítico y esteárico) no suponen más de un 15 % del contenido total y es rico en el antioxidante alfa-tocoferol (Vitamina E)”.

El aceite se utiliza como ingrediente en la preparación de los alimentos y estos se ven afectados por factores externos como la presencia de oxígeno, la humedad o la temperatura. Tanto la oxidación, que provoca rancidez, como la presencia de agua, estropean el sabor de un alimento incluso cuando solo pequeñas cantidades de grasa están presentes en el mismo y lo vuelve incomestible antes de que ocurra cualquier cambio significativo en el valor nutricional. Por ello, “debido a la sensibilidad de los aceites comestibles al calor y al oxígeno, el proceso que les resulta más agresivo a la calidad es el de fritura, que da lugar a diversos productos de degradación”, apunta el responsable de la AEG. 

La excelente calidad de los aceites de girasol en cualquier uso culinario está demostrada de forma recurrente en cualquier bibliografía científica, siendo utilizado como referencia habitual a la hora de las comparaciones con otros aceites. “La alteración de los aceites y grasas depende directamente del grado de instauración en su composición en ácidos grasos, aunque modulada por la influencia de los antioxidantes naturales. Es por ello que el aceite de girasol alto oleico, con menor número de instauraciones, se comporta de una manera más satisfactoria que el convencional en frituras repetidas y es por ello que son los preferidos por los profesionales del sector HORECA y en fritura industrial”, apostilla Fernández.

El aceite de girasol pasa a ser el más consumido a causa de los precios