viernes. 19.04.2024

La Champions League es una competición mágica, llena de noches para el recuerdo de muchos equipos en toda Europa, pero nadie tiene más noches de este estilo que el Real Madrid. A pesar de los malos partidos, los malos resultados o el mal juego, el Real Madrid siempre saca esa magia que sale a relucir en las noches europeas, por ello mismo es el rey de Europa en cuanto a títulos.

A pesar de los malos resultados ante el Barcelona en el Clásico y la cuestionable victoria por la mínima ante el Celta de Vigo con bastante polémica arbitral de por medio, el Madrid siempre saca su ADN, su mejor cara, cuando toca jugar en la vitrina europea. Las víctimas que se daría cuenta de esto anoche fueron los que el año pasado, actuaron como sus verdugos en las semifinales de la misma competición, el todopoderoso Chelsea de Tuchel.

Un equipo al que el Real Madrid, de los últimos 5 encuentros disputados contra ellos, nunca habían sido capaz de ganarles, de la misma manera que, en ninguno de sus encuentros con diversos equipos, el Madrid fue capaz de vencer a un equipo con Tuchel en los banquillos, ni en el Borussia Dortmund, ni en el PSG, ni en esta última etapa en el Chelsea, todo esto sumado a que los blues jugaban en casa, lo que ponía las porras muy a favor de los ingleses.

De inicio, las alineaciones sorprendían, sobre todo la del Madrid. Ancelotti quiso darle fuerza y músculo al centro del campo para que la superioridad de los hombres como Mount, Havertz y Púlisic, que no son 9 al uso, flotando en la frontal del área y jugando entre líneas no se hiciese presente. Mientras que Tuchel saltaba al campo sin un 9 real que fijase a los centrales y sin una ayuda real para Christensen, el central más lento del Chelsea, ante un Vinicius que le ganaba cualquier 1 contra 1 por pura velocidad.

La batalla de banquillos y táctica ya era la primera victoria para el Real Madrid, que luego se encargó de plasmar la idea de su técnico a la perfección en el campo. Fede Valverde dio una exhibición de despliegue físico como falso carrilero ayudando en defensa a Carvajal, pero saliendo al ataque con potencia y zancada, ayudando a las contras merengues. Pero, en esta primera parte, al igual que en el partido, el partido tuvo nombre propio, Karim Benzema.

Vinicius y Benzema fueron un suplicio con cada contra del ataque blanco para Christensen, Thiago Silva y Rüdiger. Hasta el punto que, de las botas de uno y de la cabeza del otro, respectivamente, llegó el primer golazo del encuentro. El centro de Vinicius tras llegar a línea de fondo con toda la intención del mundo llegó a parar a la cabeza de un Benzema en estado de gracia, que cabeceo directo a la red.

El gol dejó aturdido a un Chelsea sin ideas que desde el suelo, sacaba bandera blanca, pero el Madrid había olido la sangre y quería más, y Benzema, que estaba tocado por una varita, sería el encargado. Minutos después del primer tanto, esta vez con Módric como aliado, en otro buen centro al desmarque del delantero francés, Benzema cabeceo a contrapié de un Mendy que no iba a tener su mejor día.

El Chelsea estaba irreconocible, poco quedaba de aquel Chelsea dominante que encerró al Real Madrid en su campo durante 90 minutos y los eliminó de la Champions para más tarde hacerse con el título. La única nota no malsonante de los blues anoche fue Havertz. El talentoso jugador supo como recortar distancias tras haber soportado varias acometidas blancas a la contra. Con su gol ponía el 1-2 en el marcador y daba a la hinchada motivos para creer a pesar del mal partido.

Antes del descanso Karim Benzema casi consigue su codiciado hat-trick, pero una intervención a tiempo de Mendy lo evitó, ante de coger camino a vestuarios. El partido sería sentenciado justo a la vuelta. 10 minutos de descanso tuvo Benzema para darle vueltas a la acción que no había dado el 1-3 a los suyos, por lo que en la segunda parte salió a por todas.

En una acción desastrosa, una vez más de un portero en Europa ante Benzema, como ya pasó con Donnaruma, Mendy intentó ceder el balón en corto a Rüdiger de manera fallida, con un Benzema muy pillo que lucho por el balón hasta el final, robándolo y ahora sí, poniendo el definitivo 1-3 en el marcador. El Real Madrid se pone las cosas muy de cara para la vuelta ante su público, con alguna baja por la amarilla de Militao, pero con las semifinales entre ceja y ceja.

Stanford Bridge se convierte en el jardín de Karim Benzema