viernes. 19.04.2024

Alba García Falagán y Nagore Folgado forman parte de la delegación de 142 españoles paraolímpicos que compiten en Tokio 2020. La atleta Lia Beel no ha tenido tanta suerte y una lesión le apartó en esta ocasión de su sueño paralímpico. Sin embargo, además de su pasión por el atletismo, las tres comparten que "el día que asumes que tienes una discapacidad, la superas".

García Falagán y Folgado competirán en las pruebas de 100 y 200 metros para personas con discapacidad visual los próximos 1 y 3 de septiembre, respectivamente. Pero antes de llegar a Tokio a ambas les ha tocado lidiar con más de un obstáculo. Alba es ciega de nacimiento, pero eso no le ha impedido con 19 años llegar a la Universidad, donde estudia segundo de Fisioterapia, y convertirse en atleta paralímpica.

"Ha sido un año de locura, porque la pandemia ha retrasado los juegos y ha hecho posible que hoy esté aquí", ha explicado a Europa Press Alba, que comenzó a practicar atletismo con 16 años. Desde entonces no ha dejado de entrenar, algo que compagina con sus estudios. "La clave de esto es cómo tu lleves el tema de tu discapacidad, es una cuestión de conocerte y de aceptarte a ti misma, el resto de las cosas vienen solas", ha explicado.

Los mayores problemas los ha padecido en la facultad donde "los docentes no están preparados para impartir clase a personas con esta discapacidad y hay que explicarles cómo hacerlo".

Para Nagore Folgado, al igual que para su compañera, los mayores obstáculos siempre han estado en el colegio y el instituto. "Socialmente no he tenido nunca problemas, a la gente le da igual si te falta una pierna o un ojo, socialmente nunca he tenido barreras", ha explicado la joven atleta de 17 años, que perdió un ojo con un año de vida.

Así, relata a Europa Press que en segundo de Bachillerato echaba de menos que hubiera material adaptado. "Cuesta mucho estudiar a un ritmo normal", ha señalado Nagore que quiere graduarse en Trabajo Social. A nivel deportivo, ha tenido ya su reconocimiento con la posibilidad de viajar a Tokio, algo que para ella era impensable hace un año.

"He competido en mundiales y europeos, pero soy muy joven y he venido sobre todo a intentar mejorar las marcas lo máximo que pueda e intentar aprender", ha explicado. Y es que, en su opinión, "si afrontas con fuerza la discapacidad, los problemas los solucionas".

A LAS PUERTAS DE TOKIO

Cuando tenía tres años, a Lia Beel le diagnosticaron una retinosis pigmentaria que le ha hecho ir perdiendo visión progresivamente. Hoy trabaja como fisioterapeuta y es atleta paralímpica y, aunque una lesión le ha dejado a las puertas de Tokio, para ella es solo "un pequeño obstáculo "de cara al Mundial de atletismo del próximo año y a los Juegos Paralímpicos de París 2024.

A Beel, la discapacidad no le hace sentirse una persona distinta y asegura "ser como las demás", con la única diferencia de que "necesita más ayuda". "El día que aceptas que tienes una discapacidad superas esa discapacidad", asegura la atleta.

De hecho, Beel afirma que, pese a su discapacidad, ha hecho lo que ha querido hacer. "He querido estudiar una carrera y lo he hecho y competir a nivel internacional también, no me planeo si me cuesta más o menos que a una persona sin discapacidad", ha explicado a Europa Press la deportista.

Su lesión en el mes de marzo le impidió volver a estar en la delegación española que compite en Tokio, después de haber participado en los juegos de Río 2016. "Te da un poco de envidia pensar que podías estar allí, pero en el deporte hay mejores y peores momentos, de la lesión me he recuperado bien, pero no he podido estar al cien por cien para ir", reconoce la atleta paralímpica.

Para ella, la principal dificultad en la pista es el hecho de no competir sola, sino tener que estar acompañada de su guía. En este caso, el guía de Lia Beel es también su marido, David Alonso Gutiérrez, algo que le ha ayudado a una mejor integración social y en el deporte.

"Encontrar a esa persona que quiera dedicarse a esto contigo y que le dedique todo el tiempo es lo más complejo, porque entrenar y todo lo demás es igual que para otra persona sin discapacidad", reconoce Beel.

Para David Alonso, "se trata del esfuerzo de ambos, porque ambos tienen que llegar a la meta y hay que coordinarse muy bien", pero asegura que "Lía no es una persona derrotista y eso lo demuestra en la pista todos los días".

El hecho de ser pareja también supone para ambos una mejor coordinación. "En algunos momentos discutes más, pero en general es un punto a favor y cuando consigues un logro o pasas un momento complicado ayuda a superarlo tener a alguien; al final no todo es algo físico", ha destacado el guía.

Para David, al igual que para Lia, Alba o Nagore, lo más ingrato es el escaso reconocimiento social del deporte paralímpico. "Es una injusticia terrible, porque en el deporte normalizadao hay mucha más visibilidad; lo puedo entender porque produce muchos más ingresos por patrocinio, pero es la pescadilla que se muerde la cola porque ninguna cadena está retransmitiendo los Juegos de Tokio", lamenta David Alonso.

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