viernes. 29.03.2024

Además de la comida y la bebida que son fundamentales para el cuerpo, hay otras cosas en la vida que son igualmente necesarias porque alimentan nuestro espíritu: “No solo de pan vive el hombre”. Indudablemente, la música es esencial en nuestras vidas por la necesidad que tenemos de expresarnos, de comunicarnos o acompañarnos. La música es motor de emociones e influye en nuestro estado de ánimo y en nuestra salud como una medicina divina. No hay música buena ni mala. Y aunque existen muchas músicas, unas nos alimentan o ayudan más que otras a vivir, a sentirnos bien, independientemente de las emociones que nos transmitan.

La alegría, por ejemplo, es un sentimiento que surge de un estímulo en contacto que requiere del concurso de otros. En la alegría solo hay alegría pero, ojo, el sentido de la alegría es un compromiso irrenunciable que tenemos con la vida. Y hay que defenderla. No es casual que el himno oficial de la Unión Europea sea la Oda a la alegría, un poema de Schiller musicado por Beethoven.

Este concierto se podría haber titulado “Música y Vida”, pero queda más claro así a nuestro propósito. Se podría vivir sin música y sin alegría, sí, y sin esperanza, sin amor, y sin muchas otras cosas que nos ayudan, aunque eso sería sobrevivir o vivir peor, que no es lo mismo.

Y ya que le hemos dado vida a la música, alegrémonos: la Sinfonía “Clásica” de S. Prokofiev es una obra alegre por excelencia, un recuerdo en pleno siglo XX de obras que, habiendo resistido el paso de los siglos, son clásicas. Esta una de las sinfonías más alegres del repertorio para orquesta clásica, con un lenguaje moderno y muy atractivo al alcance de todos. Una observación más: Aunque escucháramos una emisora en ruso sin conocer el idioma, inevitablemente nos asaltarían emociones y reaccionaríamos a ellas. Puede que nos gustaran los timbres de voz, puede que nos sedujera la musicalidad de las palabras y frases rusas, pero lo más probable es que, llegado un momento, cambiásemos de canal por no entenderles. (A no ser que estuviésemos en Rusia y necesitáramos aprender el idioma, en cuyo caso, ese ejercicio será de una ayuda considerable.) Eso no pasa con la música que, sin palabras, pasa de la cabeza y va directamente al corazón.

Si ahora les presentamos la Sinfonía nº 1 re mayor, opus 25 “Clásica”, precisamente del ruso Serguéi Prokofiev, y eso nos les dice nada, no se preocupen: escuchen la música, escúchenla y disfruten. La música es capaz de expresar todas las emociones humanas y divinas. ¿Quién se resiste a la alegría?

La Orquesta de Córdoba presenta La Alegría en la Música