El Castillo de Belalcázar, en la comarca de Los Pedroches, norte de la provincia de Córdoba, pero en contacto fronterizo con Extremadura, en la que estuvo integrada la localidad de Belalcázar durante casi cuatro siglos, primero con el nombre de Gahete (durante pocos años), y posteriormente con el nombre actual de la localidad, tiene como elemento más notable en su formidable y recia arquitectura la espectacular torre del Homenaje, visible desde varios kilómetros de distancia alrededor, que con sus 47 metros de altura pasa a ser, a tenor de la opinión de reputados especialistas en Castellología, como Edward Cooper, Luis de Mora-Figueroa o Alberto León Muñoz, la más alta de todo el territorio nacional, incluyendo ínsulas y ciudades autónomas. Los elementos ornamentales, sobre todo los escudos heráldicos de la familia Sotomayor, amén de la cadena central de los Zúñiga a mitad de la torre, destacan sobremanera en el exterior de la misma. Dentro de tan imponente torre, a lo largo de sus 6 amplias plantas, se esconde también un auténtico tesoro heráldico tallado en piedra, que luce a varios metros de altura en toda su perfección y esplendor, a pesar de haber perdido gran parte de la policromía que contenían dichos escudos, y que cambiarían la visión que de ellos tenemos hoy día.
El interés por la heráldica en piedra del interior de la torre del Homenaje y las familias que en ella están representadas se ha visto sacudido por un artículo de reciente aparición1 , que pone en duda la representación heráldica de la familia Fernández de Córdoba, su vinculación con los Sotomayor-Zúñiga y su entronque familiar dentro del S.XV, cuando fue erigida y conformada la torre del Homenaje, al afirmar documentalmente que dichos escudos pertenecen a la familia Daza o Garcés. La teoría que se propone parece a priori muy atractiva. La policromía conservada podría dar las claves que acabarían con dicha disyuntiva, pero en heráldica nunca nada es sencillo.
Con el presente artículo pretendemos acercarnos a una lectura real de los mismos a través de los restos de policromía conservados, que fueron objeto de un reciente trabajo de tratamiento de fijación de los mismos (dentro de las actuaciones realizadas en la fortaleza bajomedieval de Belalcázar entre 2018-2019 para su recuperación como una de las grandes joyas del gótico tardío en la provincia), por parte de Dª. Marina Ruiz Gutiérrez, Conservadora-Restauradora de Bienes Culturales, que pudo observarlos desde poca distancia, una posición privilegiada que posibilita el discernir claramente los estratos de pigmentación conservada al proceder a dichos trabajos. En su dilatada experiencia, su trabajo y en las fotos que se tomaron nos basamos para poder dejar asentado definitivamente en este artículo la idea de que efectivamente, las tres familias representadas en la heráldica en piedra dentro del castillo son los Sotomayor, los Zúñiga (ambas no ofrecen ninguna duda), y la poderosa familia de los Fernández de Córdoba, que es la que ofrece mayores dudas y ha sido objeto de una intensa investigación que trata de posicionar su lugar en la historia.
El ascenso a la parte superior de la torre del Homenaje del Castillo de Belalcázar desde la planta baja, cuya cota coincide con la del Patio de armas, es uno de los mayores aciertos entre las labores de recuperación del castillo, entre los años 2018-2019, que la Junta de Andalucía como propietaria y gestora de este magnífico edificio de arquitectura defensiva medieval viene realizando desde su adquisición en el año 2008, que fueron llevadas a cabo por la empresa adjudicataria LORQUIMUR de Murcia, pues permite realizar en pocos minutos una experiencia única en este tipo de edificios, y más con ese encanto de leyenda y misterio que suele presentar la arquitectura militar para el imaginario colectivo, heredado en gran parte del cine y la literatura. Pero cuando se va ascendiendo lentamente por cada tramo de escaleras de caracol (ahora perfectamente iluminadas y con los peldaños limpios para pisar) desde la primera planta hacia la terraza (6ª planta), al fijarse en los detalles que se pueden percibir en cada una de las mismas, nos damos cuenta que, a medida que se asciende, las estancias, aun con los entresuelos originales de madera parcialmente perdidos, van cobrando cada vez más importancia y aumenta su magnificencia interior, y en ella se percibe una mayor ornamentación. Es el caso de las plantas 4ª y 5ª de la Torre del Homenaje, que, para situarnos en contexto, podemos describir así:
- El techo de la 4ª planta es diferente a los anteriores, al igual que el de la 5ª planta, y esto se debe, a juicio de los especialistas (como Alberto León Muñoz), al cambio de diseño en la configuración interna y externa de la torre, que proyectaron y mandaron construir D. Alfonso de Sotomayor y su esposa Dª. Elvira de Zúñiga, con respecto al proyecto que tenía en mente el Maestre D. Gutierre de Sotomayor. El suelo de la 5ª planta es de piedra de granito, por lo que el techo de la 4ª planta, justo debajo, se dispone a base de abovedado. La bóveda octogonal de la 4ª planta, con ocho nervaduras de piedra moldurada, converge en el centro con la representación heráldica de una de las dos grandes familias que terminan de construir y embellecer estéticamente, en el interior y al exterior, la fortaleza: el punto central de la bóveda octogonal queda rematado por el escudo labrado en piedra y decorado con las armas de los Sotomayor, con restos de policromía original aún conservada, con los colores de plata al fondo, el sable negro en el borde del campo y las rayas que separan las fajas, en color rojo el gules de estas mismas fajas jaqueladas que conforman el interior de dicho escudo. Los espacios entre nervaduras de piedra se han decorado a base de falso ladrillo pintado sobre el revestimiento de yeso. Conserva aún el techo varias argollas metálicas donde quedaría suspendido el sistema de iluminación que en origen tuvo la sala.
- Modelo casi idéntico se encuentra en el techo de la amplia sala de la 5ª planta, con sus grandes ventanales tanto al patio de armas como al exterior de la fortaleza. El techo de esta sala cambia con respecto al de la anterior: la sucesión de arcadas superpuestas, combinación de ladrillo y piedra, para elevar sobremanera el techo, se remata en una bóveda octogonal con las mismas nervaduras de piedra con moldura que convergen en el centro, donde aparece un gran escudo de armas de la familia Sotomayor con la misma decoración que en el techo de la sala de abajo. Pero a diferencia de éste, en las nervaduras de piedra en forma de cruz con respecto al escudo central, y próximo a éste, se han colocado sendos escudos de armas de la familia Zúñiga y los Fernández de Córdoba, dos en cada nervadura, separados ambos por el escudo de armas central. En los escudos de los Zúñiga, en campo de plata una banda de sable oscura con cadena de oro de ocho eslabones y banda horizontal oscura que cruza el campo del escudo, de izquierda a derecha, y en el escudo de los Fernández de Córdoba aparecen las tres fajas de gules sobre campo de oro. El suelo de dicha sala debió tener en origen un enlosado con ladrillo vidriado, y hoy se le ha dotado de un suelo de ladrillo rojo en zig-zag.
Centrémonos, ahora sí, en los escudos heráldicos de la quinta planta de la Torre del Homenaje del Castillo de Belalcázar, y en la lectura que nos puede ofrecer su policromía, que, aunque se presenta escasa, es suficiente para poder asentar las familias que están representadas en los mismos:
En el centro de la cruz que conforman las nervaduras de la bóveda destaca, por su mayor tamaño, como se ha indicado antes, el escudo de armas de los Sotomayor, el cual presenta aún en abundancia restos de pigmentación de la policromía con la que inicialmente se le dotó. A lo largo de la vertical, con respecto al escudo central predominante, se disponen a ambos lados los dos escudos heráldicos de la familia Zúñiga o Stúñiga, con restos también de policromía tanto en la cadena de 8 eslabones, labrada eslabón a eslabón, revestida de pan de oro; el campo central, revestido de plata, y la banda transversal de izquierda a derecha que cruza el campo central, donde puede apreciarse aún los restos del color negro que la envolvía. Pero es en los escudos de la nervadura horizontal de la cruz (siempre con respecto al escudo central de los Sotomayor) donde se centran todas las cuestiones y disquisiciones en torno a ellos.
A estos dos escudos se les ha atribuido, hasta ahora, la siguiente descripción: sobre campo de oro, tres fajas rojas de gules. Estas son las características por las que se identifica el escudo de los Fernández de Córdoba en cualquier diccionario de heráldica, ya que es la descripción del escudo de armas en sus orígenes, aunque sabemos que a finales del S.XV (concretamente, a partir de 1483), el escudo de los Fernández de Córdoba aparece representado de manera diferente, pues ha sufrido una evolución fruto de episodios históricos en los que participa la familia Fernández de Córdoba. Nos estamos refiriendo, claro está, a la guerra de Granada, y a un episodio en concreto en el que participa un miembro de la familia: al asedio fracasado de la localidad de Lucena por parte de los ejércitos musulmanes nazaríes de Granada, comandados por el mismísimo Boabdil el Chico, último rey nazarí de Granada, en abril de 1483, cuando es apresado por las tropas cristianas al mando de Diego Fernández de Córdoba y Arellano2 (1464-1518), responsable de la defensa de la localidad frente al duro asedio. Boabdil al final caerá preso, y tras estar años encarcelado en la llamada Torre de Boabdil, pactará con los Reyes Católicos su puesta en libertad. Es el comienzo del fin para el ultima rey nazarí que habitará en la Alhambra. Debido a su participación en este episodio bélico crucial en la guerra de Granada, el escudo de los Fernández de Córdoba sufre una evidente evolución en cuanto a su representación como escudo de armas, donde aparece, a partir de esta fecha, 1483, representado en el campo del escudo, la cartela central con tres fajas de gules en rojo sobre campo de oro, los estandartes representados a modo de orla, y en la parte inferior, en campo de plata, el Rey moro preso con una cadena al cuello, moviente del flanco siniestro. Puede verse la evolución de dicho escudo heráldico y su evolución, con sus diferencias, en las siguientes fotografías:
Centrándonos ya en los escudos de la quinta planta de la Torre del Homenaje, y apreciándolos en detalle mediante fotografía, así quedan conformados:
En esta foto, la cual muestra -en una cercanía nunca vista- el escudo heráldico, atribuido inicialmente a la familia Fernández de Córdoba, puede verse claramente su distribución. Las 8 franjas horizontales están dispuestas de este modo: • La primera franja, que une todo el campo perimetral del escudo, conserva unos pigmentos dorados, por lo que esta parte estaba cubierta en dorado. • La segunda franja aún conserva parte de la pigmentación dorada, que en el momento de realizarse la foto se está consolidando. • La tercera franja es la primera de las tres fajas de gules, y se nota sobremanera el color rojo en una de sus caras internas, llegando parte de dicho color al frente, habiéndolo perdido en el resto. • La cuarta franja vuelve a conservar parte del dorado, por lo que se corresponde con el campo de oro del escudo. • La quinta franja es la segunda faja de gules, en color rojo (aún conserva parte de la policromía). • La sexta franja vuelve a presentar color dorado, y en ella quedan restos de pan de oro. • La séptima franja corresponde a la tercera y última faja de gules en rojo, y aún conserva parte de la policromía, aunque muy poco. 1ª franja. Dorado. 2ª franja. Dorado. 3ª franja. 1ª faja de gules 4ª franja. Dorado 5ª franja. 2ª faja de gules 6ª franja. Dorado 7ª franja. 3ª faja de gules 8ª franja. Dorado • La octava y última franja, la de menor tamaño al ir en orden decreciente de arriba abajo, presenta restos de policromía dorada en el momento del tratamiento de consolidación del mismo para que pueda perdurar en el tiempo. A nuestro entender, y según los conocimientos y experiencia de quien esto escribe, con más de veinticinco años en el tratamiento de policromía en piedra o manera, siendo en piedra en este caso, hemos de señalar que el escudo cumple perfectamente con los colores que se le asigna, en principio, al emblema heráldico de los Fernández de Córdoba, pues el escudo de la quinta planta, desgranado franja por franja, tiene esa misma disposición anteriormente dicha: en campo de oro, tres fajas de gules. Quizás la calidad de las fotos no es excelente, pues fueron hechas por un obrero inexperto en fotografía y más bien para documentar la realización de dichos trabajos, y no con intenciones desde luego de hacer un estudio sobre heráldica dentro del castillo. Por otro lado, no se observa por ningún lado el que estos escudos fueran repintados con el tiempo (ardua tarea por la difícil accesibilidad a los mismos) y tuvieran una base distinta sobre las que después se aplicaría otro color, pues restos de esa base quedarían aún bajo el nuevo color que se aplicase después. Con esto tratamos de decir que el color se aplicó a los escudos heráldicos de piedra antes de ser encajadas las correspondientes piezas de granito que portaban dichos escudos en cada nervadura, siguiendo los colores del emblema heráldico familiar. Habiendo sido examinadas las piezas de piedra de cerca, así como las fotografías, nada indica una intervención posterior de repintado o ya "in extremis" de recolocación de estas piezas de granito. Se notaría, por supuesto, aunque fuera mínimamente. Sin embargo, existe una variación interesante que exige también un mínimo de atención en la evolución de los emblemas heráldicos de las diferentes ramas de los Garcés, tanto en la corona de Aragón como en su presencia en Castilla. En una página de Internet, llamada Blasonari.net, aparece el escudo heráldico de tres fajas de gules rojas sobre campo de oro (igual que el original de los Fernández de Córdoba), y se le adosa el siguiente texto: Otra familia apellidada Garcés de la Mota, traía: En campo de oro, tres bandas rojas. Así se describen en una ejecutoria del año 1684. Pero entendemos que también se incurrió en error al llamar bandas a las piezas de ese escudo, porque sin duda alguna son las tres fajas características de muchas familias del apellido Garcés3 . En los diccionarios de heráldica se ha descrito siempre de la misma manera el escudo de la familia Garcés: sobre campo de plata, tres fajas de gules en rojo. Nos encontramos, por tanto, con dos escudos heráldicos de dos familias diferentes que utilizan los mismos colores: en una rama concreta de los Garcés, y en el primitivo escudo de los Fernández de Córdoba, aparecen tres fajas de gules sobre campo de oro. Pero para la familia Garcés se plantean nuevos interrogantes: ¿dónde está la conexión entre la rama familiar de los Garcés que utiliza estos mismos colores en su emblema heráldico y la figura de Leonor Daza como madre legítima de Alfonso de Sotomayor, marido de Elvira de Zúñiga? En principio no aparece, y aunque sea posible establecer dicha conexión con una profundización más intensa en la documentación, debe demostrarse ésta de manera clara y contundente, sin ningún género de dudas.
En cuanto a la familia Fernández de Córdoba, si fueran estos los escudos que representan a dicha familia, deben ser los que inicialmente utilizaron, con la consabida descripción de las "tres fajas de gules en rojo sobre campo dorado", antes de la evolución que sufrió el escudo a raíz del episodio histórico de la fracasada toma de Lucena por los musulmanes en abril de 1483. Debemos pensar que por aquel entonces la Torre del Homenaje estaba ya acabada, y fueron estos los emblemas heráldicos de los Fernández de Córdoba que ahí se instalaron. La policromía conservada coincide, pero también lo hace, como acabamos de ver, con una rama determinada de los Garcés. A favor de la familia Fernández de Córdoba existe documentación en el Archivo Histórico Nacional (disponible en el portal PARES, digitalizada además y dispuesta para su descarga) que habla de Leonor Guzmán y Córdoba como madre de Alfonso de Sotomayor, marido de Elvira de Zúñiga, como por ejemplo en las Instrucciones dadas por el [Francisco de Sotomayor, V conde de Belalcázar] duque de Béjar al Convento de San Francisco de Belalcázar (Córdoba), sobre "las trazas" y cuidados de los sepulcros y enterramientos de sus antepasados, los condes de Belalcázar, enterrados en la capilla de dicho convento. Se trata de un documento fechado entre 1531-1565 (son las fechas asignadas en la descripción de PARES), y en el folio 4 se menciona a Leonor Guzmán y Córdoba como madre de Alfonso de Sotomayor ("Leonor Guzmán Córdoba illustris Alphonsi …. mater….") en la cartela correspondiente, en el panteón familiar, destinada a los antepasados enterrados en el Convento de los Cinco Mártires de Marruecos4 . Dicho documento está firmado por el V Conde de Belalcázar, lo cual debe tenerse en cuenta, pues los datos que contenía cada cartela debían de ser correctos ya que están revisados y aprobados de antemano por el propio Conde de Belalcázar y Duque de Béjar. Esta es la parte del documento donde aparece, en primer lugar, el nombre de Leonor de Guzmán Córdoba; a continuación, las palabras en latín "illustris alphonsi de Sotomayor", seguido de otra serie de palabras en latín relacionadas con la palabra mater ("madre"). La palabra mater se conecta pues con todo lo anterior, viniendo a decir Madre etc, etc, del ilustre Alfonso de Sotomayor ("illustris alphonsi de Sotomayor").
Conviene señalar además que en el Convento de Santa Clara de la Columna de Belalcázar aparecen escudos atribuidos siempre a los Fernández de Córdoba, pero hay algo muy extraño en ellos: en vez de tener 3 fajas de gules en rojo sobre campo de oro, tienen 4 fajas de gules en rojo y entre ellas se situarían las decoradas en oro, pintada la banda perimetral del campo del escudo en color negro. Desde luego, entendemos que es una equivocación de quien acometió estos trabajos (presumiblemente, tras los destrozos ocasionados durante la Guerra Civil), pues está realizado al revés y nada tiene que ver con lo dicho hasta ahora. Si existieron otras razones para que eso se hiciera así, desde luego a fecha de hoy las ignoramos. Pero nada tienen que ver con los escudos que se conservan en la quinta planta de la torre del Homenaje, donde sí se cumple la distribución correcta de las fajas de gules y la policromía en pan de oro.
Por último, y después de todo lo expuesto, hemos de puntualizar lo siguiente: en este artículo, y tras el gran interés que recientemente se ha levantado en torno a los escudos del penúltimo piso, se pretende dejar clara la policromía en ellos que aparecen tanto en la cuarta como en la quinta planta de la torre del homenaje del Castillo de Belalcázar, acaso los más deslumbrantes de toda la fortaleza al conservar parte de la policromía, pues se entiende que en ellos residen las claves que ayudan a entender las poderosas alianzas que entonces se forjaron. No son los únicos que hay en la imponente torre, pero sí son muy importantes dentro del programa iconográfico que familias de poderoso linaje pretendían transmitir al mundo en aquella época5 , un mundo de afianzamiento del poder de un territorio a través de los distintos y diversos entronques familiares, muchas veces apuntando incluso a la realeza, para una unión más estrecha con la figura del rey, nada fuera de lo común a lo largo de los siglos por los que se extiende el Antiguo Régimen desde la Baja Edad Media. Otra cosa es lo que puede ofrecernos la correcta interpretación derivada de la documentación conservada en los archivos, inserta debidamente en el justo contexto de la etapa histórica que se trata, pues a menudo depara innumerables sorpresas y hechos sorprendentes. Son dos fuentes de información muy valiosas, y a ellas hay que acercarse para comprender mejor los hechos de nuestro pasado desde la perspectiva poliédrica y compleja en la que nos sumerge el presente.
Feliciano Casillas Sánchez/Marina Ruiz Gutiérrez. Belalcázar e Hinojosa, desde una historia común, marzo-abril de 2022.