jueves. 18.04.2024

 

 

Esteban Ruiz lleva a Aponiente sueños y pesadillas del Capitán Ahab una importante parte. Basada conceptualmente en la relectura de la novela de Melville y formalmente en los viejos logbook o cuadernos de bitácora de los balleneros del siglo XIX, esta serie, iniciada en su taller de Almodóvar, fue continuada y terminada en el taller de París, y ya vio la luz en la exposición en el Muelle 1 del puerto de Málaga (2018).

Aunque sus orígenes están en las tierras del interior andaluz, la relectura de la novela Moby Dick que ya leyó en su juventud y que cayó de nuevo en sus manos en una vieja librería anticuaria de la marinera ciudad de Cádiz, le hizo apreciar una lectura repleta de matices diferentes. Si en la juventud fue un libro de aventuras que tanto le gustaban, como las de Stevenson o Conrad, en esta ocasión, en la madurez, a la novela de Melville le encuentra otro significado, una visión más íntima, donde se reflejan los miedos del rumbo al que la vida va dirigiéndonos, una deriva que a veces se nos antoja errática y hace que nos creamos perdidos en la inmensidad del océano. Creándonos enemigos ficticios y miedos a nuestras propias

obstinaciones que son capaces de destruirnos y destruir también lo que nos rodea y más amamos. Este es el argumento conceptual de esta colección.

Formalmente, la contemplación de los cuadernos de bitácora de los balleneros del XIX, como se ha citado antes, le arrastran a unas estéticas cautivadoras como cantos de sirenas. De ahí esos colores de brea y bituminosos, ese aspecto descriptivo y de cartas de navegación, los universos de manchas de grasas y aceites junto con efectos de dripping que configuran unas atmósferas indefinidas, riquísimas y profundas que nos invitan a sumergirnos en cada cuadro.

 

Las telas y obras de una estética neta y clara, lo son también en su aspecto conceptual, ya que en ellos refleja sus sentimientos más abrumadores, vivencias y miedos a través de un estudio en profundidad del entorno marino y el libro Moby Dick, que ha marcado el rumbo a seguir a lo largo de esta intensa travesía.

Es un trabajo en torno a una idea de la que luego desarrolla la obra, en dos dimensiones y con una gran carga simbólica. Son, asimismo, escenas impactantes que invitan a que se pueda tomar partido. Ha utilizado piezas óptima e intencionadamente explícitas, que no permiten la más mínima desviación en su comprensión, ellas por sí mismas lo dicen todo. Al entrar directamente y sin miedo en el análisis e interpretación de sus aspectos y personajes, se aboca a un lenguaje a través del trabajo intensivo de taller, cualitativamente figurativo, de madurez, bien fundamentado que refleja los resortes literarios e icónicos de la obra, la obstinación que te hace convertirte en tu propio enemigo, interpretados espontáneamente y sin miedos estéticos.

 

Esteban Ruiz lleva a Aponiente sueños y pesadillas del Capitán Ahab