Como todos los años en el mes de mayo, la Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), movimiento eclesial especializado en el mundo del trabajo, ha celebrado su día.
Bajo el lema “Reaprender a ser Comunidad” y dentro de nuestra campaña “Cuidar el trabajo, cuidar la vida”, hemos querido aportar nuestra reflexión sobre el trabajo humano y realizar una serie de actividades de reivindicación, de celebración y de convivencia.
El lema de este año es el título del cuaderno para la reflexión nº 27 de la HOAC que hemos querido compartir en este «Día de la HOAC» en todas las diócesis.
En esta jornada de encuentro y convivencia, a la que acudieron unas 50 personas, la militancia de la HOAC hemos compartido con simpatizantes, amistades y familiares, la necesidad de reconstruir vínculos comunitarios frente al individualismo que fragmenta la sociedad.
A lo largo del pasado sábado hemos realizado dinámicas para la reflexión personal y el diálogo grupal que nos han ayudado a discernir cómo ser comunidad en el mundo obrero y del trabajo, impulsando la acción comunitaria, la fraternidad y el bien común como caminos para transformar la realidad desde el Evangelio.
Fueron unos momentos para celebrar la fiesta, salir de nuestra realidad cotidiana y disfrutar con la presencia de los demás, del intercambio de visiones, experiencias y culturas.
Esta celebración se encuadraba en nuestra campaña cuyo lema es «Cuidar el trabajo, cuidar la vida». Se insistió en este día en que el trabajo tiene una dimensión social con un claro sentido comunitario. Haciéndolo junto a otras personas somos comunidad y colaboramos a construir y revitalizar nuestro ser social, pensamos además que así lograremos minimizar el individualismo y el egoísmo que nuestra sociedad padece.
Con la celebración de este día hemos pretendido disfrutar de la presencia, la cercanía, el tejer vínculos que generasen fraternidad. Celebrar así se convierte en oportunidad de vivir de otra manera, de plantearnos otros modos de vida que nos acercan al proyecto de sociedad que soñamos, y que tiene que ver con los sueños de Dios.
“Todo el mundo es una zona de contacto”
Con esta frase del papa Francisco en Laudate Deum tomamos conciencia de que, como seres sociales, nuestro destino está ligado a una familia, a un barrio, a muchas relaciones y que durante nuestro recorrido vital vamos aumentando y profundizando estos vínculos.
Sin embargo, este sistema nos convence de que no necesitamos esa identidad comunitaria y, por tanto, no somos responsables de la marcha de la sociedad, ni de la suerte de las personas empobrecidas. Desde la desconfianza hacia los demás y el miedo a lo desconocido esta cultura dominante nos desvincula del sentido de lo común.
Las consecuencias son dramáticas; la desigualdad, el empobrecimiento en todos los sentidos que llevan a optar por el «sálvese quien pueda» y a ver como algo natural que nuestras relaciones sean frágiles e interesadas.
Ante esto, el trabajo nos construye como personas, como pueblo y como creación, nos involucra en la comunidad y se hace comunidad. Si a esta motivación le añadimos el deseo profundo de cuidar la vida, iremos generando espacios sanadores que tejan vínculos que repercutirán positivamente en la convivencia en nuestra sociedad y en nuestros ambientes.
Necesitamos vínculos comunitarios porque el individualismo no cuida. Por eso debemos esforzarnos en ir cambiando esta mentalidad y ayudar a pensar en «términos de comunidad», tener conciencia de que somos ecodependientes e interdependientes y necesitamos generar relaciones sanas y que sanen.
Si cultivamos la espiritualidad del cuidado conseguiremos avanzar en que el cuidado sea cultura, que revolucione, que se abra camino entre tanta inequidad y ojos cerrados.
Frente a estas relaciones líquidas e interesadas tenemos que mostrar claramente nuestra opción por el cuidado de los vínculos, el gusto por el compartir y el empeño en la construcción del bien común.
Dicha jornada tuvo lugar en los salones de la parroquia de las Santas Margaritas. Comenzamos a las 10h. con la acogida y la oración dirigida por nuestro querido sacerdote Rafael Herenas. A partir de las 11 horas continuamos con las dinámicas de reflexión que nos prepararon Soledad Crespo Rueda y Asunción Suárez Berral, alternando el trabajo en gran, grupo primero, para pasar a concretar nuestra reflexión divididos en pequeños grupos y finalmente pasar a la puesta en común general de nuevo con la totalidad de asistentes.
Al mediodía continuamos estrechando lazos de amistad con la comida compartida, prosiguiendo a la tarde con otras dinámicas de convivencia con juegos, bailes, etc. para finalmente acabar con la celebración de la Eucaristía.