La excepcionalidad derivada por la crisis sanitaria no ha permitido que la Cofradía de la Virgen de Luna pudiera celebrar su ritual claves para Pozoblanco, como es la llevada de su patrona desde su ermita hasta la Parroquia de Santa Catalina.
La cofradía anunciaba de forma oficial, a la 1:04 de la madrugada del domingo, que la Virgen de Luna ya se encontraba en su casa de la ciudad vallesana, una “misión cumplida” que se ha realizado en la intimidad y con el máximo secreto. Tan sólo ha trascendido que el traslado se realizó en coche “de forma humilde”, desechando la primera opción de hacerlo en carreta, como ya sucediera el pasado el año pasado.
La imagen de la Virgen de Luna salió de su ermita a eso de las las doce horas del domingo, y llegó a Pozoblanco en pleno toque de queda. Como ya ocurriera en la romería de llevada, en el mes de mayo, el hermetismo y la intimidad han sido los protagonistas.
A los pocos días de anunciarse los actos programados para celebrar la llegada de la patrona a Pozoblanco, se cancelaban, quedando estos reducidos a la misa privada de los hermanos y a las habituales eucarísticas dominicales, volviendo de nuevo a la idea de intimidad y casi secretismo. La decisión fue tomada desde el entorno de la parroquia tras las críticas recibidas desde los grupos políticos, además de desde los ciudadanos, al encontrarse el municipio en una situación crítica por los contagios de COVID-19.
La Cofradía de la Virgen de Luna destacaba el haber cumplido el hecho de llevar a la patrona hasta Pozoblanco “de una forma discreta por las excepcionales circunstancias que tristemente vivimos. Nuestra primera plegaria será para que acabe pronto todo el sufrimiento que esta pandemia va derramando en muchas familias de todos el mundo”.
La patrona de Pozoblanco permanecerá en la Parroquia de Santa Catalina hasta el próximo 23 de mayo, Domingo de Pentecostés, cuando retornará de nuevo a su santuario para ser llevada al día siguiente por la cofradía hermana de Villanueva de Córdoba hasta la Parroquia de San Miguel.
