Agentes de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía colaboran con la Guardia Civil en Córdoba para esclarecer lo ocurrido en referencia a la desaparición de varios linces ibéricos y el hallazgo de los transmisores de geolocalización que portaban, con indicios de haber sido arrancados a ejemplares de esta especie protegida.
La ayuda de los agentes de Medio Ambiente es importante, ya que conocen el terreno donde se han hallado los collares arrancados a los linces, en los términos municipales de Adamuz y de Montoro.
Estos transmisores se colocan a los ejemplares de lince ibérico antes de su reintroducción en el medio natural para seguir su ubicación y controlar la población de estos animales en las distintas zonas donde habita. El primer collar, perteneciente al lince Pajarón, fue encontrado en la sierra del término municipal de Adamuz. Se trata de un macho adulto introducido en Sierra Morena en la provincia de Córdoba. El personal técnico del proyecto Life Lince fue quien halló el dispositivo con signos de haber sido arrancado del animal.
Este mes, ha sido hallado el segundo transmisor por el Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil en el cauce del río Guadalquivir, a un kilómetro del municipio de Montoro. Este segundo transmisor era del lince Kot, un macho de siete años que después de estar dos meses en el Centro de Cría en Cautividad de La Olivilla en Santa Elena (Jaén), fue liberado en diciembre pasado en el término municipal montoreño, entre las áreas del Guadalmellato y el parque Cardeña-Montoro.
Los agentes de Medio Ambiente colaboran también en el programa de conservación del lince ibérico y su reintroducción en el hábitat natural. Sus conocimientos del medio del lince y su vinculación al programa han motivado su participación en la investigación del Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil en Córdoba.
Ahora se trata de averiguar si los linces a los que pertenecían los transmisores hallados siguen con vida en el medio natural o no, y si los dispositivos se hubieran arrancado por la mano del hombre. Tal y como se aseguran los collares que portan los linces es casi imposible que los pierdan en la naturaleza o en una pelea territorial con otros ejemplares.
