Annette Adkins y Bob Harvey podrían ser los protagonistas de una película romántica. Se conocieron en el instituto, vivieron una bonita historia de amor durante todo un curso (el de 1955-56) y fueron juntos al baile de graduación. Para desgracia de Bob, llegó el verano y Annette conoció a otro chico, el que sería su futuro marido. Aquello ocurrió hace 63 largos años y la pareja no volvió a verse, pero ahora se han reencontrado y, a sus 80 años, lo tienen claro: van a casarse.
"Era la chica más maravillosa que había visto nunca", confiesa Bob en una entrevista al periódico 'USA Today'. "Me enamoré locamente".
Al final del verano y con el comienzo de las clases, se reencontraron, pero ya nada fue igual. Annete aún recuerda cómo "Bob tenía los brazos extendidos" para abrazarla y lo que ella le dijo: "He conocido a alguien y no quiero salir contigo", comentan al diario USA TODAY. Al repetir esas palabras ahora, más de seis décadas después, hace una pausa para pedir perdón a su prometido: "Lamento la dureza...", dice. "Me rompió el corazón por segunda vez", comenta él.
Tras la ruptura, Bob no lo pasó nada bien durante el siguiente curso. Era el último año en el instituto y se sentía solo. La chica de la que estaba completamente enamorado le había dejado por otro, un tal John Callahan, con el que años después se casaría y tendría hijos. Tras finalizar la secundaria, Bob también rehizo su vida. Conoció a una mujer llamada Diane y formó una familia con ella. Los dos fueron muy felices en sus respectivos matrimonios, pero nunca se olvidaron el uno del otro.
La esposa de Bob falleció en 2017. Aunque necesitó tiempo, volvió a pensar en su primer amor y la buscó en Internet. Descubrió que ella había enviudado en 2015 y sintió que tenía que ponerse en contacto con ella, si bien -hasta que consiguió su teléfono- no dejó de temer que hubiera conocido a otra persona y la hubiera perdido de nuevo. Lo que él no sabía es que ella también estaba pensando en él.
En Internet también averiguó el centro en el que John Callahan pasó sus últimos días y, tras hacer una donación, logró que le dieran el contacto de su mujer. Después, envió una tarjeta de condolencia a Annette y la firmó junto a su número de teléfono. Ocho días después, llamó y dejó un mensaje en su contestador. Cuando Bob lo escuchó, se puso "a bailar por la habitación" de alegría.
Dos días después, él acudió a su encuentro. Condujo nada menos que 800 kilómetros para verla, pero mereció la pena. "Me sostuvo la cara con ambas manos y me besó", dice Annete. "Fue como 1956 de nuevo".
Después rezaron a sus respectivos cónyuges y hablaron con sus hijos para obtener su beneplácito, que rápidamente consiguieron. Sus familiares no pueden estar más contentos. De hecho, Laura, la hija de Annette, se confabuló con Bob hace unas semanas para ayudarle a dar una sorpresa a su madre en la que él le iba a proponer matrimonio. "A veces creo que no puedo amarla más", dice él, "pero luego llega el día siguiente".
Se lo propuso en la playa, con un anillo elaborado en la década de los 50, con unas piedras "que simbolizan el pasado, el presente, el futuro y nuestro viaje juntos", explica ella que, como no podía ser menos, dijo que sí. Se casaron este mes de octubre en una ceremonia íntima a la que acudirán solo los más allegados.