jueves. 28.03.2024

La llegada de la vejez, y con ella, las pérdidas familiares o el abandono puede llegar a provocar que la soledad se apodere de los más mayores.

Cryl Agget, un pensionista de 86 años de la ciudad Pymmouth, es un ejemplo de cómo combatir el desgarrador sentimiento de sentirse solo. Tras la pérdida de su esposa hace seis años, Cryl ha buscado soluciones para no derrumbarse ante el silencio que impera su hogar desde que su mujer falleció. La escuela de secundaria Coome Dean, ubicada cerca de su casa, se interesó por situación e invitaron al anciano a almorzar con ellos. Desde entonces, comer con los alumnos se ha convertido en rutina en los días del Cryl.

"Cuando vine por primera vez estaba hundido", recuerda el anciano. Sin embargo, el tiempo y la compañía ha ido curando las heridas de Cryl. "Recibo una taza de té, mi almuerzo y un buen servicio. Todos me hablan, el personal de la oficina es brillante" ha compartido para la campaña Be a Friend de Pilmouth Live. Agget admite que tras la pérdida de su esposa no pudo salir de casa durante un mes, pero la invitación del instituto le ha ayudado a "recuperar el amor por la vida".

"Vengo aquí y veo a los niños. Muchos de ellos me hablan, hay un joven que se acerca y se asegura de hablar conmigo" ha contado el hombre. Cryl admite que el ruido y el "caos" del comedor le encantan, y que de no ser por ello "se perdería".

Un instituto invita a un anciano a comer todos los días en su comedor para combatir la...