jueves. 25.04.2024

El kayak de Jimmy MacDonald volcó cuando se encontraba pasando una jornada de lo más relajada junto a su familia. Perdido en mitad del mar, creyó que estaba a punto de morir ahogado. Sus angustiosas peticiones no parecían ser escuchadas. Una lucha por sobrevivir que logró encontrar ayuda en los rezos a Dios. 

Este boxeador aficionado de Albany (Nueva York, Estados Unidos) fue con su mujer y sus hijastros al lago George a remar con su kayak, "meditar y hacerse algunas fotos", tal y como explicó. Pero pronto vio que se había alejado demasiado y, cuando intentó regresar, el agua se había vuelto mucho más fuerte y difícil de avanzar.

El kayak terminó volcándose y MacDonald perdió el temo, por lo que a este joven estadounidense solo le quedaba la opción de mantenerse a flote. Además, el chaleco salvavidas que llevaba no le ajustaba bien, pues se le salía por arriba y se le quedaba encajado en el cuello.

"Un par de personas se me acercaron y me preguntaron si necesitaba ayuda, pero era demasiado orgulloso como para aceptar. Después me di cuenta de que la orilla estaba demasiado lejos y no iba a poder llegar yo solo".

Además, Jimmy tenía la ardua tarea, además de sobrevivir, de mantener a salvo su nuevo smartphone de 1.400 dólares, por lo que su situación era peor todavía: "Pensé que iba a morir. No podía hacer nada y deseaba haber pedido ayuda antes. Agitaba la mano y le pedía a Dios que me ayudara. Pensé de verdad que me iba a ahogar, pero entonces, por el rabillo del ojo vi un bar Tiki flotante".

El boxeador llevaba sobrio siete años, por lo que no pudo evitar reírse al ver que sus salvadores venían a bordo de un bar en un barco. Pero curiosamente, el grupo estaba formado por los Padres Paulistas, un grupo de sacerdotes que habían asistido a un retiro católico en el lago.

Como si sus peticiones divinas hubiesen sido escuchadas, vieron su remo a la deriva y le oyeron pedir ayuda, por lo que al encontrarle lo subieron a la cubierta, a él y a su teléfono móvil, y lo pusieron a salvo.

Jimmy MacDonald ve su salvación como una señal de que Dios tenía una "verdadera razón" para que esté en la Tierra y anima a los bañistas a llevar sus chalecos salvavidas, probarlos antes de salir al mar y no ir a solas para evitar incidentes como el suyo.

Unos sacerdotes logran salvar a un hombre de morir ahogado a la deriva desde el bar...