miércoles. 24.04.2024

Mino es una perra que lleva visitando tres de sus cuatro años de vida la tumba del niño que fue su dueño. 

El pequeño murió ahogado en una acequia de Vietnam, sin embargo, ni la muerte ha podido romper el fuerte vinculo que les unía. 

La abuela del pequeño ha contado como tres días después del entierro, celebrado en la parte trasera de la casa, el perro se instaló sobre el sepulcro y no hubo manera de que lo abandonara.  
"Traté de que lo dejara marchar porque no me parecía bien, pero siempre terminaba volviendo. Al final decidí dejarle", cuenta la mujer de 57 años.

Mino llegó a la familia siendo un cachorro, cuando el pequeño Khet tenía apenas un año y desde el principio, relata Ut, se hicieron amigos, pasaban el día jugando juntos mientras los padres trabajaban y los abuelos se ocupaban de la casa.

La relación especial entre el niño y el cachorro se truncó por la trágica muerte de Khet a los dos años. mientras su madre estaba cocinando, el pequeño salió de la casa, cruzó el camino de tierra que separa la vivienda del canal aledaño y cayó al agua sin que nadie llegara a tiempo de salvarlo.

Desde entonces, Mino ha hecho de la lápida su rincón, donde pasa horas y no hay día en el que no vaya. 

De carácter afable, la perra acude a saludar a los visitantes y se queda unos minutos recostada junto a la mesa a la entrada de la precaria vivienda, pero al cabo de un rato retoma su posición sobre la lápida, que ya no abandonará hasta horas después de que se ponga el sol.

Mino, la perra que visita cada día la tumba de su dueño fallecido, un niño de 2 años