La pesadilla para esta familia británica comenzaba hace casi un año. Cuando la pequeña de la casa Tafida Raqeeb, de tan solo 5 años, les dijo a sus padres que le dolía la cabeza. Un dolor que resultó ser más grave de lo que nunca pensaron: una hemorragia cerebral la dejó en coma.
Fue entonces internada en el Royal London Hospital y tras un estudio del tronco cerebral se demostró que no sufría muerte cerebral. Los médicos de la niña, sin embargo, se mostraban plenamente convencidos de que nunca recuperaría del estado de mínima conciencia por eso propusieron a los padres desconectar el ventilador para acabar así con su vida. Los padres se negaron, no querían la eutanasia para su hija.
Shelina, la madre, y Mohammad, el padre, lo tenían muy claro. "Nuestra hija no es una enferma terminal, está teniendo una evolución positiva", señalaban a los medios. De hecho, afirmaban que Tafida necesitaba cada vez menos el respirador artificial. Como no perdiían la esperanza de volver a ver a su niña despierta buscaron un hospital que sí que quisiera cuidar hasta el final de ella. Lo encontraron: el Hospital Pediátrico Gaslini de Génova (Italia), pero el hospital británico se negaba al traslado. La solución pasaba entonces por acudir a los tribunales. Y este apostó por la fe de los padres.