martes. 16.04.2024

Trac 40 años ciego por una enfermedad neurodegenerativa, un hombre ha recuperado la vista parcialmente gracias a la terapia optogenética. El tratamiento consistió en la inyección en el ojo de un adenovirus que portaba una proteína fotosensible procedente de un alga y unas gafas especiales.

El paciente es un hombre de 58 años que vive en París y al que hace cuatro décadas se le diagnosticó retinosis pigmentaria,

Es el primer caso de recuperación parcial de la visión de un paciente ciego tras una terapia optogenética. Técnica desarrollada a comienzos de siglo que se basa en la manipulación de proteínas microbianas fotosensibles y de células a través de la luz. Tras el tratamiento y una adaptación y aprendizaje del uso de la tecnología, el paciente localizó e identificó algunas cosas con el ojo tratado mientras llevaba gafas. El hombre antes no podía detectar ni identificar ningún objeto sin las gafas. 

Espero que sea un gran avance", ha dicho el primer autor, José-Alain Sahel, de la Universidad de Pittsburgh y de la Sorbona, que ha explicado que el ojo es "un sistema muy complejo que permite que la visión se adapte a diferentes niveles de luz".

Pero los sistemas complejos son también muy frágiles, por eso,  "cuando la visión desaparece, quedan pocos tratamientos, aparte del uso de prótesis o la reactivación de las células restantes en la retina", ha apuntado.

La retinosis pigmentaria es causada por mutaciones de más de 71 genes diferentes, por lo que el desarrollo de las terapias génicas que sustituyan unas pocas proteínas para reparar la maquinaria celular rota es un reto y no es muy eficaz.

El quipo abordó el problema desde otro ángulo.  en lugar de reparar los genes mutados uno por uno en las células que responden a la luz mediante la activación de las células nerviosas de la retina, decidieron activar estas directamente, para lo que usaron herramientas optogenéticas.

El equipo inyectó en uno de los ojos del paciente un vector asociado a un adenovirus que portaba información genética, la cual codificaba una proteína sensible a la luz llamada canalrodopsina ChrimsonR, que se encuentra en algas brillantes de la naturaleza.

Esta proteína responde a la luz cambiando su forma y permitiendo el flujo de iones dentro y fuera de las células, lo que las activa y, en el caso de las neuronas diseñadas experimentalmente para expresar las canalrodopsinas, hace que se disparen y transmitan la señal a través de las terminaciones nerviosas al cerebro.

El objetivo fueron las células ganglionares de la retina, es decir, las neuronas que recogen las señales de los conos y los bastones y las transfieren a través del nervio óptico al cerebro, donde se procesa la información para ser percibida como una imagen visible.

Para activar las células ganglionares de este modo, los científicos idearon una forma de transformar la luz que rebota en los objetos de nuestro entorno en una única longitud de onda del espectro ámbar, para lo que usaron unas gafas especiales equipadas con una cámara especial.

Dicha cámara capta las imágenes del mundo visual y las transforma en pulsos de luz que se proyectan en la retina en tiempo real para activar las células modificadas durante las tareas visuales, explica la Universidad de Pittsburgh en un comunicado.

"Adaptarse al uso de las gafas lleva su tiempo" y, al principio, el paciente "no las encontró muy útiles", ha recordado Sahel, pero tras unos meses empezó a ver las rayas blancas de un paso de peatones y, tras varias sesiones de entrenamiento, fue capaz de reconocer otros objetos

Un hombre ciego recupera la visión parcialmente con una inyección de proteína