jueves. 28.03.2024

Cuelga en su despacho la frase de Judah Folkman: “La mayoría de las investigaciones son fracasos. Trabajas durante años y años, y de vez en cuando hay un hallazgo tremendo, y te das cuenta por primera vez en tu vida de que sabes algo que nadie más en la historia ha conocido”.

En esto de buscar algo que nadie más en la historia ha conocido lleva Enrique J. de la Rosa, director del Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB-CSIC), toda la vida, convencido de que ese momento compensa todos los “fracasos” anteriores. Es, además, responsable del Laboratorio 3D: Desarrollo, Diferenciación y Degeneración, en el que investiga sobre distrofias hereditarias de la retina y, en particular, la retinosis pigmentaria, una enfermedad degenerativa que provoca pérdida de la visión.

De la Rosa tomó los mandos del CIB-CSIC en abril de 2019 con la idea de remontar los años de la crisis. Lo que no sabía es que se iba a tener que gestionar un centro de investigación en mitad de una pandemia mundial. Casi un año después de la aparición de la covid-19, el CIB-CSIC tiene en marcha 19 proyectos sobre el coronavirus, entre ellos una potencial vacuna.

PREGUNTA: ¿Cómo han reorientado las investigaciones CIB-CSIC ante la pandemia?

R: Más que reorientar, ha sido utilizar el modelo del SARS-CoV-2 para analizar procesos celulares y dianas moleculares que ya se estaban estudiando. La tónica general ha sido utilizar el SARS-CoV-2 como herramienta experimental para estudiar, por ejemplo, la implicación de los microtúbulos o de los filamentos intermedios en el transporte intracelular, en esta ocasión del virus. Otros grupos trabajan con señales de reconocimiento celular, que este virus podría utilizar como correceptores para entrar en la célula. O el metabolismo energético, que el virus modifica a su favor, como otros procesos fisiológicos y patológicos previamente estudiados el centro. O, a nivel del huésped (el paciente infectado), el control de la inmunidad innata, de la inflamación o del sistema del complemento, que varios grupos llevan años estudiando en el centro y que en la Covid-19 ocasionan, al descontrolarse, la famosa tormenta de citoquinas y los síntomas más graves de la enfermedad.

P: ¿Qué ha aportado a la investigación la rápida creación de la Plataforma Temática Interdisciplinar Salud Global?

R. Como todas las plataformas que el equipo de presidencia del CSIC ha lanzado, es un marco muy bueno para la investigación colaborativa. Las plataformas facilitan coordinar el conocimiento y las técnicas experimentales de tu laboratorio con los de otros grupos del CSIC. Los problemas complejos, y esta pandemia lo es, requieren abordajes multidisciplinares e interdisciplinares. Y también, dada la situación, la plataforma ha conseguido canalizar muchas donaciones privadas para la investigación de una magnitud desconocida en España.

P: - ¿Cuáles son los principales proyectos del CIB-CSIC relacionados con el coronavirus? 

R: En la respuesta a la pandemia se plantearon inicialmente varias alternativas. Una línea son los antivirales. En primer lugar, se intenta el reposicionamiento de fármacos. Esto es, probar medicamentos que están autorizados para otras indicaciones o, en algún caso, fármacos para los cuales se había superado los ensayos clínicos, y que pueden ser eficaces para disminuir la carga viral en modelos celulares. Otra alternativa fue la caracterización de nuevas dianas farmacológicas basadas en procesos moleculares, celulares, o del organismo, en los que los grupos llevaban años trabajando: entre otros, por ejemplo, el transporte por microtúbulos y filamentos intermedios, el metabolismo celular, el reconocimiento por integrinas, la inmunidad innata, etc., con el fin de demostrar que esos procesos podían tener un papel importante en la entrada, la multiplicación o la salida del virus de las células. O, en el caso de la inmunidad innata, entender cómo se produce una respuesta descontrolada del organismo que causa la enfermedad grave o incluso la muerte. Otra línea son las vacunas. En el CIB-CSIC se desarrolla uno de los tres proyectos de vacuna del CSIC. Se trata de una vacuna que el grupo del profesor Vicente Larraga ha desarrollado frente a la leishmaniosis canina. Utilizando la misma estrategia y la empresa donde ya tenían validado el protocolo de producción de esa vacuna, están intentando adaptarlo a la Covid-19.

P: ¿En qué consiste esa vacuna?

R: Esta vacuna es, posiblemente, una de las más sencillas, lo cual tiene sus ventajas y sus limitaciones. Utiliza un vector de ADN para que nuestras células produzcan una proteína inmunogénica del virus. Sería una estrategia similar a la de las vacunas de Moderna y de Pfizer, pero con ADN en vez de ARN. Una posible limitación de este tipo de vacunas es que diriges la respuesta inmunitaria a una única proteína, y eso va probablemente a conseguir una estimulación del sistema inmune menos completa que si utilizas un vector viral más grande, como en el caso de las otras dos vacunas del CSIC, las de Luis Enjuanes y Mariano Esteban. Pero la producción de los miles de millones de dosis necesarias es más fácil si hay que fabricar ‘kilos’ de ácidos nucleicos (ADN o ARN), que ‘kilos’ de virus. La ventaja de usar ADN, en vez de ARN, es que el ADN es muy estable a temperatura ambiente. Te lo puedes llevar en la maleta a África, Sudamérica, Asia, sin necesidad de cadena de frío. Vamos a ver cómo se organiza la distribución de las vacunas de ARN, que hay que conservar congeladas o, incluso, ultracongeladas. A lo mejor nosotros en Europa, como en Norteamérica, nos acabamos poniendo otra vacuna. Pero si la vacuna del CIB-CSIC es la que llega a África, Sudamérica o Asia, sería una gran contribución a la salud global y un gran orgullo.

P: ¿En qué estado está el proyecto vacunal del CIB-CSIC?

R: En animales sanos induce la producción tanto de anticuerpos como de mediadores de la respuesta inmune. Las vacunas más avanzadas fue lo primero que probaron, hace tiempo ya; lo que demuestra que vamos por buen camino. Se han desarrollado y probado varios prototipos para usar el que mejor funcione en el siguiente paso. Ahora mismo, lo que se está intentando ver es que no solo genera una respuesta inmune, sino que cuando un ratón modelo de la Covid-19 se infecta con el coronavirus, la carga viral y la afectación del animal es mucho menor cuando está vacunado que cuando no lo está. Eso hay que hacerlo en un laboratorio de nivel de seguridad biológica 3, del que no disponemos, por lo que se está realizando en otras instalaciones.  

P: ¿Qué contactos se han establecido con las empresas para producir vacunas y fármacos? 

R: Por ejemplo, la vacuna de leishmaniosis se estaba produciendo en Biofabri, una empresa del grupo Zendal. Era una relación que ya existía previamente y que ahora se ha adaptado a la producción de la vacuna para la COVID-19. También algún grupo de CIB-CSIC tiene relaciones con empresas farmacéuticas para estudiar sus fármacos en nuevas dianas farmacológicas.

P: ¿Qué ha supuesto las donaciones de las empresas para impulsar la investigación pública?

R: La generosa aportación de empresas y organizaciones han permitido disponer de financiación para explorar nuevas vías, lo que en el Plan Estatal no siempre es apoyado. Se están explorando vías a sabiendas que la mayoría de ellas no llegarán al sitio deseado. Eso en el Plan Estatal es un suicidio científico. Aquí el fracaso es el condicionante de que, entre muchos fracasos, tengamos varios éxitos para luchar contra la pandemia.

P: ¿Qué importancia tiene la comunicación y la divulgación para trasladar a la sociedad el conocimiento sobre la pandemia y la relevancia de la I+D+i?

R: Es importante recordar que la pandemia no afecta solo a los individuos, afecta a la sociedad. Muchos científicos están proporcionando no solo información contrastada, sino también mostrando a la sociedad en tiempo real cómo se realiza la investigación, se plantean hipótesis y se revisan constantemente. La gente mayoritariamente se ha dado cuenta de quién proporciona en cada momento la “mejor evidencia disponible” y cómo se puede seguir confiando cuando esa evidencia se revisa en función de nuevos datos. La ciencia es incertidumbre, pero proporciona la mayor certidumbre posible. Es esencial suministrar la mejor evidencia posible, en un lenguaje claro, comprensible, cercano para cualquiera. También hemos logrado que la gente se haya fijado por fin en que la ciencia hace falta. Con investigación, desarrollo e innovación sí hay futuro.

Enrique De la Rosa, técnico del CSIC: "Con investigación, desarrollo e innovación, sí...