viernes. 19.04.2024

Con sus pantalones vaqueros y su amplia camisa desabotonada, Paco está lejos del arquetipo del cura convencional. La cercanía que brinda a sus fieles es una seña identitaria, un motivo para creer en la Iglesia del pueblo, la de la caridad y la ayuda honesta. Paco no es un sacerdote más. Desde su pequeña parroquia El Colorado, ubicada en el municipio de Conil, lleva ocho años entregado a los feligreses. Lejos de limitar su labor a las eucaristías, entrega su ayuda a todas las almas que requieran necesidades. 

Guarda una estrecha relación con los más vulnerables, es el caso de las prostitutas que ejercen en el barrio. El club donde alternan lleva el nombre de "El Paraíso", y Paco convierte el nombre en un chiste que edulcora su labor: “Yo digo que soy el cura que está más cerca del cielo, porque estoy al lado del paraíso”.

“Desconozco si todas las que vienen son creyentes, pero vienen a verme porque han encontrado en mí cercanía. Yo las escucho. Me hablan de su situación personal, pero todo eso está a salvo bajo el secreto de confesión”, cuenta el natural de Alcalá de los Gazules, Cádiz, un feudo socialista andaluz.

Su vida era muy distinta a la que posee en la actualidad.  Estudiaba Medicina, jugaba al baloncesto de forma profesional, tenía su novia, colaboraba en la radio y ganaba su propio dinero. “Lo tenía todo, pero no era feliz -confiesa-; me ahogaba, me faltaba aire”. Durante años negó su vocación sacerdotal  “porque ser cura es estar loco".- para mí era una locura”.

Al ingresar en el seminario de Sevilla encontró un “aire fresco”. “Hay quien se mete en la droga, yo me decanté por la Iglesia, que es otro tipo de droga”, confiesa el sacerdote.

Paco se confiesa como un cura evangélico, aunque huye de todo rasgo convencional. Vive instaurado en lo sencillo, todo cuanto le rodea brota de la humildad. Su parroquia carece de grandes lujos, pero está llena de bancos para acoger a los fieles.

Paco Herrera, el sacerdote gaditano que ayudó a las prostitutas de su barrio durante el...