La historia de las tragaperras, también conocidas como tragamonedas o slots, es fascinante e incluso hasta icónica. Y es que detrás de todas estas máquinas que copan las salas de juego de todo el mundo y también, cómo no, las plataformas digitales hay un nombre propio, el de Charles Fey.
Para conocer cómo nacieron las tragaperras debemos viajar al San Francisco de 1895, en pleno florecimiento de una primitiva revolución tecnológica y justo cuando el entretenimiento estaba a punto de adoptar nuevas formas.
Las tragaperras o slots, tal y como las conocemos hoy es un hito de la creatividad, la mecánica y el deseo de ofrecer a la gente una experiencia nueva y divertida. Conocer porqué se inventó la primera máquina tragaperras y como ha continuado influyendo en el mundo del juego en el siglo XXI es, qué duda cabe, una lección de historia.
Un visionario alemán que revolución el entretenimiento
El mecánico visionario Charles Fey, cuyo verdadero nombre era August Fey, nació en Baviera, Alemania, y emigró a los Estados Unidos a mediados del siglo XIX en busca de oportunidades laborales
Rápidamente se enamoró del paisaje y de la ciudad marítima de San Francisco, una ciudad de EEUU de carácter industrial que crecía a pasos agigantados, y donde encontró un trabajo como mecánico.
Por su habilidad única en el taller, enseguida se aventuró a imaginar y a desarrollar una máquina que pudiese otorgar premios automáticos sin intervención directa de un operador, exactamente como lo hacían entonces todas las primitivas máquinas industriales. Y, por supuesto, lo consiguió.
Fey inventó la primer máquina tragaperras en 1895, la conocida como la Liberty Bell, que constaba de 3 carretes giratorios y 5 símbolos: la herradura, el diamante, el trébol, el corazón…y la famosísima campana de la libertad.
Su funcionamiento era muy sencillo, pero a la vez toda una novedad: si 3 campanas aparecían alineadas, el jugador obtenía el premio. Y así nacieron los slots tal como los conocemos hoy en día.
El impacto de Liberty Bell
La máquina Liberty Bell tuvo éxito de inmediato. A pesar de haber sido instalada en bares y tabernas locales en principio, pronto se hizo tan popular que otros fabricantes comenzaron a fabricar versiones diferentes basadas en el diseño original de Fey.
La idea de combinar aleatoriedad, ingeniería y premios llamó la atención del público y dio lugar a una nueva forma de entretenimiento accesible y emocionante.
Con el tiempo, la evolución tecnológica permitió a las máquinas tragamonedas incorporar luces, sonidos, múltiples líneas de pago, y, por último, llegar hasta más de cien años después a las plataformas digitales.
Sin embargo, todas las variantes de las máquinas tragamonedas modernas comparten el mismo ADN que Liberty Bell. Independientemente de cuánto haya evolucionado, la fórmula básica de insertar una moneda, activar un dispositivo y esperar el resultado con anticipación ha permanecido intacta durante varias generaciones y transciende más allá de cualquier frontera.
Tradición, diseño, y entretenimiento en una sola máquina
Uno de los aspectos más llamativos de las máquinas tragamonedas radica en su capacidad de evolucionar sin cambiar su esencia. Es decir, no importa cuán futurista sea una máquina tragamonedas; si tiene una pantalla táctil o gráficos de alta definición, todavía sigue siendo esa máquina de 1895.
Las máquinas tragamonedas han resistido al paso del tiempo y enamorado a múltiples generaciones y países de todo el mundo para convertirse en unas de los pasatiempos más populares de los casinos físicos y online.
El legado de Charles Fey no se trata solo de crear una máquina, si no una nueva forma de entretenimiento que aún perdura. Desde 1895 hasta ahora, las tragaperras siguen girando y ayudando a sus usuarios a disfrutar momentos de emoción y entretenimiento, también, desde una pantalla.